Hay muchas cosas que se pueden hacer para modificar un comportamiento, con las que podemos o no estar de acuerdo, y no dudo en ningún caso que funcionan. Funcionan para cambiar ese comportamiento, sí, funcionan para pulir esa pequeña parte del iceberg que está a la vista.
Pero, ¿y si ante un comportamiento inadecuado tratásemos de centrarnos en la totalidad de ese iceberg? ¿Qué ocurriría?
Pues que más allá de modificar una conducta lograríamos entender su porqué, lograríamos entonces acudir a las herramientas que no solo cambiasen un comportamiento, sino que generasen verdaderas habilidades de vida, que el niño se sintiese realmente comprendido.
Según nos dice la teoría Adleriana todo comportamiento proviene de la necesidad de sentirse importante y tenido en cuenta, de la necesidad de ser parte de…
Pero esos comportamientos pueden ser expresados en forma de metas. Metas que provienen de creencias erróneas y que vamos a definir con mayor concreción.
META DE ATENCIÓN EXCESIVA
Solo soy importante cuando tengo atención constante, cuando los otros me notan.
El niño necesita ser escuchado, tiempo especial solo para él que se puede pactar, ignorar la conducta pero nunca al niño ni a sus emociones (esto puede hacerse tocando al niño mientras seguimos haciendo lo que estábamos haciendo en ese momento), establecer rutinas, no rescatarle (sí ayudarle, consolarle y apoyarle, pero no hacer las cosas por él que podría hacer por sí mismo, ni sobre protegerle evitándole siempre frustraciones o emociones desagradables), asignarle tareas útiles en las que pueda cooperar.
META DE PODER EQUIVOCADO
Solo me siento importante cuando soy el jefe, cuando te demuestro que no puedes obligarme ni detenerme.
META DE VENGANZA
No creo ser importante para nadie, me han hecho daño así que yo haré lo mismo. Nadie puede quererme.
META DE INSUFICIENCIA APRENDIDA
En este caso el niño se muestra como ausente, indiferente, pesimista y desesperanzado. Repite la frase «no puedo» o similar, con mucha frecuencia. O simplemente no hace nada, ha asumido que no puede. Ante esto el adulto puede sentirse desesperado e inútil, pues nada parece mover al chico. Esta desesperanza puede llevar a sus padres o profesores a reaccionar comparándole con otros (con la intención de que reaccione) y criticándole, o por el contrario haciéndole el trabajo (rescatándole) o rindiéndose (no hay nada que hacer ya)
¿Cuál es la creencia que sustenta este comportamiento?
Es imposible que importe a alguien, no soy suficiente, soy inferior a los demás. ¿Para qué intentarlo?
¿Qué respuestas positivas y efectivas podríamos llevar a cabo?
Nunca te rindas, has de demostrarle que crees en él/ella, que tienes fe y confianza en que podrá. Recuérdale todo lo que ha logrado, ayúdale a practicar en lo que necesite, ten paciencia (mucha, mucha paciencia), hazle ver sus fortalezas y haz hincapié en cada paso que de por pequeño que sea.
Si quieres enseñar a los niños los porqués de estos comportamientos a través de los cuentos puedes hacerlo a través de mi libro CUENTOS ICEBERG
Estoy en todas esas fases , me identifico totalmente con mi hijo y a el con migo , es una desesperación , ya no se que hacer mas , solo llorar y llorar de frustración , angustia ….. Malestar dia tras dia !!!
Animo Benito. Da un primer paso cuidando de ti para que a partir de ahí puedas ver las cosas desde otra perspectiva. Un abrazo.