Hay dos cosas que puedes hacer con las meteduras de pata (con las propias):

 

1- Comerte la cabeza y darle vueltas a la historia una vez tras otra.

 

2- Mirar desde arriba con desapego y analizar, buscando soluciones.

Reconozco que la número 1 se me da mucho mejor, será porque la he practicado muchos años… Pero no es más fácil tomar ese camino solo por eso. No. Hay otras razones:

  • La mente te arrastra hacia allí con un pensamiento tras otros. Pensamiento negativo que hace que tu cuerpo segregue ciertas sustancias al torrente sanguíneo que, resumiento, hacen que te sientas mal (culpa, enfado, frustración…). Así que comienza la ruleta que no para: pienso negativo, me siento mal – me siento mal, ahondo en los pensamientos negativos… Y la noria gira y gira… y ya está liada parda.

 

  • La sociedad, el entorno, la educación recibida… nos llevan a darnos de palos a nosotros mismos. Es la ley del… «Si la fastidias, que menos que machacarte, que menos que hacerte comentarios dolorosos, que menos que usar la autocrítica feroz» Porque el castigo es eso.

 

La haces, la pagas

 

Y como la has hecho, pues te la tienes que hacer pagar.

Pero a ver… que levante la mano el que no la haya fastidiado alguna vez, el que no haya cometido un error. No existe. No hay nadie en este momento levantando la mano ni lo habrá en un futuro (y si lo hace… ir a mirar que fijo que su especie está entre androide y robot de última generación)

Y total, que entre nuestra mente, que es muy dada a centrarse en lo negativo (por pura supervivencia, es verdad, pero… ¡qué cansina se pone a veces!) y nuestras creencias de que los errores han de pagarse con dolor, terminamos cayendo en esta opción. Y digo cayendo, porque es así, tal cual.

 

No escogemos hacer esto, nos caemos de golpe y de narices en un charco de negatividad.

Y si además la metedura de pata tiene que ver con nuestr@s hij@s, seguramente peor aún. Pero tengo algo que deciros: ser madre, ser padre es muy difícil. Porque cada etapa es todo un reto y ante muchos de esos retos no sabemos qué hacer o cómo afrontarlos, y cuando creemos tener más o menos encarrilada una situación ¡zas! salta otra. Total, que para resumir, la cosa es complicada. Tanto así que aprendemos mucho,pero que mucho, y no hay mejores maestros que los niños. Que si quieres aprender hay que ver todo lo que puede cambiar tu vida y tu forma de mirarla. ¿O no?

Así que seamos un poquito compasivos con nosotr@s, que no hay manera de hacerlo perfecto.

Y si después de leer esto estás totalmente de acuerdo pero a la vuelta de unos días te encuentras machacándote por uno de esos errores, recuerda:

Tampoco vale macharse por haberse machacado.

Que sí, que nos da por rizar el rizo y reñirnos por no haber sido compasivos con nosotros mismos, y entonces es cuando algo dentro de ti no sabe ya donde ubicarse. Igualito que cuando le dices a un hijo a voz en grito (y cara desencajada) que deje de gritar.

Se le queda un nosequé en el cuerpo, una especie de duda infinita entre lo que oye y lo que se muestra.

Así que todo este rollo para decirte que practiques la compasión por ti mism@ siempre; y que cuando se te haya olvidado practicarla no te machaques y vuelvas a ser compasivo (cuando hablo de auto compasión me refiero a ser amable contigo, a tratarte con afecto, a darte ánimos para superarlo y mejorar)

 

Y llegados a este punto, en el que has dejado de machacarte (casi todas las veces), puedes poner en práctica ese maravilloso punto número 2.

Mira las cosas con desapego, es decir, conviértete en una especie de observador de la situación. Toma notas (en papel, o mentales; aunque ayuda más tomarlas en papel), analiza qué ha fallado, dónde está el error y qué puedes hacer la próxima vez, o qué hay que arreglar, o qué patrones hay que cambiar, o qué pensamientos hay que manejar y gestionar…

De esta forma podrás romper muchos patrones de pensamiento establecidos, que se ejecutan en piloto automático y merece mucho la pena ser consciente de ellos y darles una vuelta cuestionándolos. Que hay creencias revenidas, polvorientas y mohosas que no nos sirven y están impidiendo que nos desarrollemos con todo nuestro potencial. Y hoy es un buen día para limpiar (limpiar nuestra linda cabecita)

 

En toda metedura de pata hay una lección positiva.

Si miras bien verás algo importante que saber sobre ti y algo que te ayuda a conocer mejor a tu hij@.

 

Pero para verlo hay que cambiar la mirada y tener el valor de desprenderse de la necesidad de hacernos daño y trascender la culpa (que no la responsabilidad).

 

No es fácil, pero somos capaces de hacer cosas difíciles 😉

 

Hazte las preguntas correctas. 

 

Aquí te dejo una hoja de trabajo para que le des caña a los errores.

 

 

¿Cómo llevas tú todo esto? Comenta y cuéntame, que me ayuda a saber si te ayudo y a sacar más reflexiones, ideas y artículos para seguir tratando de aportaros lo que necesitéis 😉

 

Y si necesitas ayuda, pide tu primera sesión gratuita conmigo.


     o

    accede a mi Curso «Conócete, Ámate, Saca lo mejor de ti»

     

    ©Ana Isabel Fraga 2017. Todos los derechos reservados.