¿Sospechas que tu hij@ tiene una sensibilidad especial?¿Te das cuenta de que llora muy a menudo? ¿De que le afectan más las cosas que le pasan que a niñ@s de su misma edad? ¿Se estresa fácilmente?

La sensibilidad intensa es un rasgo que posee entre un 15 y un 20% de la población, o eso es lo último que he leído sobre ello. Pero de esta frase no me quedo con los números, me quedo con lo de rasgo.

Ser altamente sensible, intensamente emocional, o como quieras llamarlo no es un defecto, ni una tara, ni algo que hay que cambiar. Es una característica innata derivada de un sistema neurosensorial más fino y desarrollado que en el resto de la gente (ese 80 – 85%).

 

Los niños altamente sensibles tienen por tanto esa especial sensibilidad y se nota desde el principio.

 

No todos son iguales, por supuesto, y no se trata de hacer un «niño tipo», pero sí que ayuda nombrar algunas de las características más comunes.

Son niños que suelen llorar bastante y por lo que a nosotros nos parece bien poca cosa, o directamente ni sabemos muchas veces que es lo que ha causado ese llanto (no lo sabemos hasta que entendemos lo que les afecta). Muchas veces les cuestan las reuniones familiares, las fiestas, las multitudes, pasarnos de actividad…

Y lo cierto es que puede resultar realmente difícil y duro, especialmente si no comprendemos sus necesidades y tratamos de hacerles entrar en un molde que no les corresponde. No son iguales que los otros.

 

Ni mejores ni peores, tan solo distintos en su forma de interpretar el mundo y en su forma de sentir el mundo.

 

Esta forma intensa de sentirlo todo les lleva a estados de estrés con mucha rapidez, probablemente mucho antes que a otros niños. Pero no es extraño,

 

los demás no están percibiendo la misma cantidad de estímulos ni los están percibiendo con la misma fuerza.

 

Determinados tejidos, botones, costuras, hilos, prendas apretadas, sabores, texturas de alimentos, luces directas o intensas, ruidos, ambientes emocionalmente cargados (si, sí, captan al vuelo los estados de ánimo de los otros), multitudes, jaleo, olores… pueden ser demasiado. Por supuesto no todos los niños altamente sensibles tienen porqué tener todas estas características, o esta hipersensibilidad en todos los sentidos. Observa para descubrir dónde están las de tu hij@.

Necesitan con anhelo del cariño de los demás, de su calor, de su compañía… pero al mismo tiempo necesitan descansar de todo eso porque es tan fuerte lo que sienten que les desborda. Así que por momentos necesitan conectar únicamente con ell@s mism@s.

Total, que con todo esto, los niños más pequeños pueden llorar mucho o hacer intensas rabietas cuando son algo mayores para poder liberarse de semejante cantidad de estrés.

 

Pensemos, para entenderlo mejor y poder ponernos en su piel, que lo que vemos, oímos, sentimos y percibimos nosotros estuviese multiplicado por diez, o por cien ,o por mil…

 

Accede aquí a un test de la Asociación PAS España para saber si tu hijo/a posee los rasgos de la alta sensibilidad.

¿Qué podemos hacer?

 

1.- Permítele más momentos de descanso.

Limita las actividades extra a lo que realmente le apasione, vigila muy bien sus siestas y su descanso. Es posible que le ayude mucho tener varios momentos de tranquilidad durante el día, lejos del ruido y en un ambiente calmado.

 

2.- En los más chiquito@s prevee en la medida de lo posible el hambre y la sed porque esto puede llevarle a momentos críticos de estrés y vigila las posibles variables que pueden estar afectándole.

Si bien es algo que hay que vigilar en todos los bebés/niños, cuando hablamos de alta sensibilidad la urgencia se hace tal de un segundo para el otro que la espera se puede convertir en un bucle de llantos y estrés.

Si tu hij@ aún es un bebé y tienes la sospecha de que pueda ser altamente sensible vigila todas las alternativas posibles para poder aprender a conocer sus necesidades:

  • Vigila si hay algún olor que pudiera estarle resultando molesto (los olores fuertes de alguna alimento, olores químicos de ambientadores, detergentes para la ropa, etc.)
  • Escucha atentamente: ¿hay algún ruido que aunque pueda parecer imperceptible a otros oídos esté ahí? como el ruido que hace un aparato electrónico en estado de reposo por ejemplo. ¿hay algún ruido repetitivo como el tic tac de un reloj o similar? ¿se oye mucho jaleo en la calle?
  • ¿Hay mucha luz en la habitación? ¿entra el sol de forma que le pueda estar resultando excesivo y desagradable? ¿Las luces del techo pueden estar molestándole?
  • ¿La ropa le queda un poco ajustada? ¿el tejido es poco suave y flexible? ¿puede que haya algún botón, costura o hilo que le moleste?
  • Ojo a la temperatura, de nuevo sus sensaciones pueden ser muy distintas de las de la mayoría y quizás aunque no parezca que haga frío (o calor), sí que lo tenga.
  • ¿Has añadido algún alimento nuevo aunque sea minimamente?

 

3.- Permítele estar consigo mism@

Deja que juegue a su aire (por supuesto con tu constante supervisión en caso de niños pequeños) o que haga actividades a solas si ves que lo necesita. Esto es probablemente vital para que pueda mantenerse alejado del estrés, y si el sueño no está siendo suficiente esto puede compensar un poco. Mi hijo pequeño suele jugar solo una o más veces durante el día y nos pide expresamente que no le molestemos. Para él estos momentos son vitales, le ayudan a vaciar el estrés y llenarse de calma.

 

4.- Evítale los sitios con demasiada gente, porque suele haber mucho ruido.

Estos días estoy leyendo un libro sobre la alta sensibilidad («El poder de la alta sensibilidad» de Kathrin Sohst) y en la contraportada hay unas cuantas preguntas. Una de ellas es ¿te molesta el ruido y la gente cuando estás en una fiesta?… Y mientras leía, mi hijo pequeño, que estaba sentado a mi lado se puso a leer eso, y me dijo: «Mamá, a mi me pasa eso»

No sabéis la de veces que me dice que le duele la cabeza porque en su clase los niños hacen mucho ruido, ¡y son solo 8 niños! Desde pequeño, desde bebé, incluso en mi tripa, ante un ruido algo fuerte literalmente botaba. La música, que tanto me gusta, tuve que tenerla apenas audible durante mucho tiempo porque le irritaba (y no pongo heavy metal, vaya, 😉 ) Incluso cantándole una nana (que ya sabéis cómo me gustan. Podéis escuchar las que tengo grabadas si queréis aquí) a veces me decía «Ya, mamá, ya no quiero más» (A veces después de dos o tres frases de la canción)

Por eso es mejor observar y ver su tolerancia a esto, actuando en consecuencia. Porque seguramente ninguno de nosotros llevaría al bebé o al niño a un sitio con los altavoces a tope, pero aquí la cuestión es que para nosotros o para mucha gente e incluso para otros bebés o niños puede que determinado «jaleo» no sea relevante y sin embargo sí para nuestr@ pequeñ@ altamente sensible.

 

Y es ahí donde tenemos que mantener los ojos abiertos, en algo que puede ser nimio para la mayoría pero excesivo para él/ella.

 

5.- Ayúdale desde el principio a nombrar lo que está sintiendo y mantén los ojos abiertos para ayudarle a distinguir entre sus emociones y las de los otros.

Porque tendrá gran facilidad para empatizar, y si tú le enseñas a ver qué es lo suyo y lo que no, le habrás hecho un gran regalo. A mi me costó mucho tiempo distinguirlo, ya de mano me costó saber que muchas veces me quedaba con la angustia o la tristeza (por ejemplo) de otras personas, porque nadie te enseña eso, nadie te lo dice. Pero cuando empatizas con tanta facilidad necesitas herramientas para gestionarlo, porque lo sientes como propio.

 

Y sentir lo que otro siente puede ser un gran regalo porque resulta mucho más sencillo ponerte en la piel de los demás y por tanto ayudarles, pero hemos de saber manejarlo para no llevarnos ese sufrimiento con nosotros.

 

6.- Dejemos de lado frases del estilo: «eres un llorica», «por cualquier cosa te pones así»…

 

No penalicemos sus emociones ni le hagamos sentir avergonzado por sentir de esa forma. Porque así es como lo siente. No se lo inventa, aunque desde otros ojos todo pueda parecer exagerado.

Durante muchos años yo me sentí muy rara, diferente. Creía que era incapaz de manejar mis emociones como el resto del mundo lo hacía. Pero es que no sabía que mi forma de sentir era muy distinta. Hace tiempo escribí un artículo sobre mi experiencia con la intensa emocionalidad (puedes leerla aquí, en el blog de la plataforma de apoyo a las altas capacidades)

Me sigo sintiendo rara, pero ahora ya no me importa. Mi rareza tiene sus puntos fastidiosos y sus puntos maravillosos y trato de aprender sobre mi y mi forma de sentir el mundo cada día. Antes trataba de encajar, ahora trato sencillamente de ser y aprovechar todo el lado positivo que tiene sentir el mundo así (porque lo tiene, a pesar de que durante muchos años no lo creí. En el artículo del que os he puesto el enlace un párrafo más arriba os cuento más)

Por tanto se trata de ayudarle dándole herramientas para manejar sus emociones.

 

7.- Enséñale a aceptarse

No podrás evitar que tu hij@ se sienta rar@ y diferente a casi todos los demás en diversas ocasiones. Cuando sientes y percibes con tal intensidad suele ocurrir, y much@s de nosotr@s optamos por esconder nuestra esencia, como decía antes tratando desesperadamente de encajar, porque ser raro, hemos creído, estaba mal.

Por eso es vital que tu hij@ se entienda a sí mismo y se acepte, cosa que podemos lograr a través de fortalecer y mostrarle todas esas partes maravillosas que acompañan a esta «rareza»: la capacidad de empatía, la creatividad, los talentos artísticos (si los tiene, que es fácil que así sea), su capacidad de ayudar a los demás, para saber cómo se sienten los demás, para reflexionar, para sentir alegría y entusiasmo por las pequeñas cosas…

 

Concerse a sí mism@ le hará fuerte.

 

También puede ayudar contarle que hay muchas otras personas que sienten de esa forma, y dado que esto parece ser genético, seguro que tienes ejemplos que darle dentro de tu misma casa 😉

Lo diferente no es malo. Lo diferente solo se refiere a un porcentaje menor de la población.

 

Lo que te hace diferente es lo que te hace especial y único, dice mi Dopi.

 

(Podéis escuchar el cuento de Dopi sobre este tema en este audio)

 

8.- Escúchale, abrázale.

El contacto físico es muy importante para todos los niños y cuando las emociones están tan presentes y son tan intensas habitualmente es una piedra angular. Es consuelo, es aceptación, es calmante…

Eso sí, ten en cuenta que quizás en un momento dado prefiera un poco de calma a solas (con niños pequeños ese a solas será contigo bien cerquita pero respetando ese momento). Después seguramente ya sí querrá esa lluvia de besos y abrazos.

Ser una buena oreja es también un regalo precioso. Y para ser una buena oreja hay que escuchar de verdad (ya sabes como si fueras tod@ orejas) y comprender.

 

9.- Sé consecuente con lo que dices usando un lenguaje verbal adecuado.

 

No niegues tus emociones al niño, mejor explícaselas de una forma que sea adecuada, porque sentirá cuando estás triste, enfadad@ o lo que sea. Y si se lo niegas se sentirá confuso y empezará a desconfiar de su intuición y capacidad de empatía.

10.- Si tú, mamá o papá que me estás leyendo, te identificas con un perfil de alta sensibilidad…

  • Cuida de ti
  • Acéptate
  • Aprende más y más sobre ti
  • Permítete sentir
  • Permítete descansar
  • Permítete ser diferente.

Porque tu ejemplo y tus conocimientos sobre el tema no solo harán que tú puedas vivir tu alta sensibilidad en paz y armonía, sino que serán un maravilloso regalo para tu hij@, que tendrá un referente y una gran base en la que apoyarse para disfrutar también del don de la alta sensibilidad.

 

Accede aquí a un test de la Asociación PAS España para saber si posees los rasgos de la alta sensibilidad.

 

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©Ana Isabel Fraga 2017. Todos los derechos reservados.