Cuando yo era pequeña jugaba en la calle. Mi madre siempre tuvo tienda, concretamente una tienda de ropa, y para mí esa fue mi casa durante muchos años. Allí llegaba después del cole, allí merendaba, allí hacía los deberes y en ese barrio tenía a mis amigos. Amigos de esos de pandilla, con los que vas creciendo, a los que vas a «picar» al timbre todos los días cuando terminas la tarea.

Seguro que muchos de vosotros también vivisteis algo parecido. Y cuando salías a la calle (con muchos menos coches que ahora, eso sí), tu madre se asomaba alguna que otra vez y ya estaba, eso era todo. Y nosotros trepábamos por los árboles, jugábamos a la maza o a los superhéroes, montábamos en bici o sacábamos los patines. Y otras veces, muchas… nos sentábamos a decidir a qué jugábamos porque estábamos super aburridos y cansados de hacer siempre lo mismo. Y mientras decidíamos, o nos aburríamos como marmotas gestábamos cosas de las que entonces no tenía ni idea: aprendizaje en la toma de decisiones, negociación (porque a veces para que fuese tu idea la que se hiciese tenías que convencer con todos tus argumentos a los demás), resolución de conflictos (que no siempre estábamos de acuerdo y se podía liar alguna), amistad y tantas otras cosas…

Y de esos momentos de profundo aburrimiento casi siempre salían grandes ideas, y si no salía nada (que también pasaba a veces) salían conversaciones, ratos muertos sin hacer… Ratos que nos enseñaron que no hacer nada también forma parte de la vida, que no siempre tenemos que estar entretenidos o estimulados, y que aburrirse, también es importante, porque aburrirse también enseña muchas cosas.

¿Y que me decís de las trastadas? Uffffff, yo no es que fuese de hacer muchas… pero vivir aventuras siempre trae alguna que otra travesura 😉 y yo sí que era de las que vivían aventuras. Me chiflaban los Cinco, ¿os acordáis de los Cinco? Así que veía misterios en todas partes, y por supuesto había que investigarlos.

¿Tienen nuestros hijos espacio para las trastadas, para las travesuras, para poner en marcha su imaginación? ¿Hay demasiada vigilancia/control por nuestra parte? ¿Permitimos que también se aburran y aprendan qué hacer con eso?

¿Cómo de importante es para vosotros esto? Y si lo es… ¿Qué podríais hacer para lograrlo?

¡¡Disfrutad de las vacaciones!! o lo que es lo mismo: vivid aventuras, otead misterios, salid a la calle, compartid, no hagáis nada algunos ratos, ensuciaos y divertíos  🙂

 

Mi material para trabajar el aburrimiento: entender qué es, qué tesoros encierra y qué hacer con ello.

 

  • Libro de cuentos: Emociones con Cuento
  • Las tarjetas de Dopi

 

© Ana Isabel Fraga 2017. Todos los derechos reservados.