¿Sabes esas cosas que oyes durante toda tu vida que te cuentan como anécdotas, cosas curiosas?
¿Sabes de esos recuerdos de muy pequeña que a otros les parecen completamente irrelevantes y que tú conservas como algo sorprendente?
Pues todo eso se convirtió en las pistas para darme cuenta de las aacc, y solo empecé a darles un significado diferente (más allá de curioso) cuando supe que mi hijo mayor tenía aacc.
—Todos nos quedamos sorprendidos cuando nada más nacer te apoyaste sobre los brazos y levantaste la cabeza (mis padres)
Qué risas cuando te lo cuentan.
—Eras una niña con tantas ganas de aprender… Y a mí me gustaba tanto enseñarte… Lo cogías todo muy rápido y aprendiste a leer en un plis. (mi hermana mediana, con la que me llevo 11 años)
Y me vienen a la cabeza recuerdos de ser muy chiquita, de ver los carteles de los bancos y las tiendas muy altos y desear con todas mis fuerzas poder saber qué ponía en ellos. De preguntarme, cuando aprendía a leer (2 años) por qué la H se escribía y no se leía.
Anécdotas de una niña curiosa y creía yo, de una niña rara. Luego, preguntando a mi hermana, indagando, me dijo que yo había aprendido a hablar y a leer al mismo tiempo. Eso ni siquiera lo sabía hasta que pregunté.
—Una vez un profesor, cuando eras pequeña, me dijo que estabas todo el rato preguntando en clase. (mi madre)
Parece que ese profe estaba un poco fastidiado por tanta pregunta mía. Y esto nunca me lo había contado, hasta que empecé a hablar de que sospechaba aacc. Porque mi madre ya sabía que yo era «preguntona» pero no le dio más importancia que la de una niña curiosa.
A los 4 años leía perfectamente y recuerdo que cuando estaba en 1º de EGB (lo que ahora es 1º de PRIMARIA), me ponía nerviosa al ver leer a los niños, que tardaban muchísimo en acabar cada palabra. No entendía por qué no sabían leer bien. El colegio, aún así, me encantaba, porque era entonces el único medio para aprender y yo quería saber. Me gustaba estudiar y recuerdo perfectamente mi primer examen, me sentí orgullosa de hacerlo.
El cuerpo se divide en: cabeza, cuerpo y extremidades…
Y después de estar escribiendo este diario, mi hermana mediana (la que me enseñó a leer) me compartió que ella me llevaba al cole y que yo me quejaba de que me aburría y de que la profesora no me preguntaba nada. Tampoco lo hubiera sabido si no hubiese puesto sobre la mesa las aacc porque simplemente no parecía algo relevante.
Nunca se me dieron muy bien las matemáticas, pero asombrosamente gané la olimpiada matemática de todo mi colegio. No podía entenderlo. Terminé la primera y di por sentado que estaría mal, puesto que las mates del cole se me atragantaban más que ninguna asignatura, además me había parecido demasiado fácil y eso no podía ser. Seguro que la había cagado.
Ahora veo que no es que se me diesen mal las mates, si no que se me daban mal las clases de mates. Aquella prueba era una prueba de lógica, y la bordé. Sinceramente, no podía creerlo.
Desde muy pequeña, tanto leer como escribir eran casi una obsesión. Leía que devoraba, y cuando empezaba un libro no podía soltarlo. Lo llevaba a todas partes, no pensaba en otra cosa… Me sumergía en ese mundo hasta acabarlo y luego sentía un pequeño vacío al terminarlo, así que tenía que coger otro.
—Es que no te duran nada los libros, ¿por qué no vas más despacio?
—Apaga ya la luz, deja el libro, vas a quedarte borracha de tanto leer.
—Ale, ya se marchó, seguro que está con el libro.
Estas frases formaban parte de mi día a día.
Escribí mi primer cuento con unos 4 o 5 años. Era una versión del patito feo. Siempre he querido ser escritora…
Y en la adolescencia… prefería quedarme leyendo un buen libro que salir por la noche. Nunca le encontré sentido a ir de bar en bar. Literalmente me aburría y sentía que estaba perdiendo el tiempo. Aún así, como tantos adolescentes, trataba de encajar. Ahora entiendo por qué no me gustaba todo eso. Y tuve que escuchar lo de «Qué aburrida eres»
Y dar por sentado que lo aburrido era no querer salir por ahí de copas, puesto que todos los pensaban, menos yo. A pesar de que a mí lo que me parecía aburrido era precisamente eso.
Acabas por pensar que si la mayoría te dice algo es porque debe ser así, y que a ti te falta algo o alguna pieza no funciona bien en ti.
Y estas son unas cuantas de esas anécdotas que pasaron a ser pistas muy claras cuando empecé a sospechar aacc y las comparto con vosotros porque sé que todos tenemos anécdotas de nuestra niñez/adolescencia que simplemente nos parecen curiosas, pero que en realidad pueden ser pistas que te lleven a confirmar las sospechas de tus aacc. No tienen que ser las mías, por supuesto.
Recordad siempre que hay una gran heterogeneidad en las personas de aacc, pero las ansias de saber (sea del tema que sea), las constantes preguntas, la fijación con un tema, la precocidad, el aburrimiento, el sentirse raro, que no encajas… son bastante recurrentes.
Yo, sigo recopilándolas, porque para mí ahora tienen otro significado muy distinto y me ayudan a seguir comprendiendo quién soy, a ver lo que en su momento pensé que querían decir sobre mí y a cambiarlo por la nueva visión de lo que ahora conozco. Cada una de estas anécdotas completan el puzzle y me ayudan a darle sentido a mis vivencia, ahora desde una nueva mirada.
¿Qué anécdotas de tu infancia/adolescencia te encajan en las aacc ahora que vas conociendo más sobre ello?
©Ana Isabel Fraga. Julio 2021. Todos los derechos reservados.
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