—No te veo muy entusiasmado con instalar el ordenador nuevo —le dije yo—. Ahora vas a poder hacer todas las cosas que querías porque este es mucho más potente. ¿Te pasa algo?

Le pregunté, pero yo ya sabía lo que le pasaba. Y eran muchas cosas:

  • Tenía que desprenderse de aquello que conocía bien, su viejo ordenador.
  • Tendría que abandonar el teclado de su portátil, que manejaba y conocía al dedillo y con el que era muy rápido, por otro distinto.
  • Una pantalla distinta y a otra altura, una distribución distinta de su mesa…

Aunque todas podían resumirse en UN CAMBIO.

Se puso a llorar.

Es difícil entender desde afuera que un cambio positivo pueda provocar esa desgana, tristeza y resistencia, pero si lo pensamos un poco nos daremos cuenta de que para muchos de nuestrxs niñxs abandonar lo conocido es un poco como caer al vacío. El cambio les asusta porque de pronto no saben dónde agarrarse, no saben si podrán seguir sintiendo lo que sentían, si la pena les consumirá, si todo se estropeará… Todo es incertidumbre, miedo, tristeza…

Y tenerlo todo todito controlado da seguridad. Una falsa sensación de seguridad, en realidad, pero a la que se agarran sus cerebros.

Entrenar la flexibilidad es por lo tanto algo vital.

En este artículo puedes ver ideas para ir trabajando con ellos la dificultad ante los cambios desde pequeños pero hoy quiero aportaros las ideas que es importante transmitirles en el día a día. Aprovechando circunstancias de la vida, situaciones que van ocurriendo, para ir dándoles el colchón de una red de creencias desde la que, una vez adoptada, podrán tomar mejores decisiones y ser el apoyo para lograr una mayor flexibilidad en su vida.

Ahí van:

  • En todo cambio y circunstancia tenemos dos posibilidades: pelearnos con lo que no podemos cambiar y desesperarnos o hacer lo posible con aquello que sí podemos modificar, influir, mejorar…
  • Que puede enfadarte, entristecerte o cualquier otra cosa incluso ante un cambio positivo y eso no está mal ni significa que no seas flexible, o que seas menos válido. Absolutamente no. Sentir, sea lo que sea, siempre está bien.
  • Que el hecho de que otros no entiendan por qué estás triste (o lo que sea), cuando es un cambio bueno, no significa que te pase nada malo o que esté mal. Lo entiendan o no, lo compartan o no, está bien.
  • Que si hay algo que no cambia en la vida es que todo cambia, por lo que aprender recursos para afrontar los cambios es muy importante.
  • Que la rigidez trae sufrimiento y la flexibilidad nos ayuda a sacar lo mejor de cada situación.
  • Que puede llevarte un poco más de tiempo, pero eso no es algo malo. Cada uno necesitamos tiempos distintos para afrontar, asumir, mejorar, aprender… No hay un estándar, aunque quieran hacértelo creer.
  • Que puede apoyarse en los que le queremos porque tenemos abrazos a tutiplén y unas orejas enormes para escuchar.
  • Que ante los cambios está bien sopesar si merece la pena lo que nos aportan a pesar de que nos cueste trabajo transitarlos, lo que puede ser un pensamiento que nos apoye en esos momentos difíciles.

Él y yo hablamos recordando todas estas ideas.

Sin juicios, sin presiones.

—Creo que solo necesitas un poco de tiempo, eso es todo.  Mamá te dará todos los abrazos que necesites.

Sonrió.

Ser rígido, mostrarse reacio a los cambios (por muy positivos que sean) es algo que puede trabajarse con paciencia y siempre desde el entendimiento de esta forma de reaccionar. ¿Lo pones en práctica?

©Ana Isabel Fraga 2021. Todos los derechos reservados.