A ojos de los demás yo no sé disfrutar de la vida. Y, en realidad, a mis propios ojos también fue así durante mucho tiempo.
Y es que esté haciendo lo que esté haciendo, siempre estoy pensando en algo más, o en algo que está mal o no funciona, en algo que hay que arreglar, mejorar… Lo veo todo con mucha profundidad, intensa reflexión, desde un montón de puntos de vista.
Así que la gente que está a tu alrededor suele decirte cosas como: «No te comas el tarro», «no le des tantas vueltas», «no sé por qué te complicas tanto», «que así no vas a poder disfrutar nunca»… Y en cierto modo tienen razón, si lo miramos desde su punto de vista y desde su forma de estar en el mundo.
Pero… esa no es mi forma de estar en el mundo. Mi cerebro funciona así. Y cuando lo entiendes, también comprendes que tu forma de disfrutar es sencillamente diferente. He aquí algunas connotaciones y detalles que rompen con esas creencias:
«No te comas el tarro»/»No le des tantas vueltas a las cosas»: No puedo evitarlo porque mi cerebro quiere entender lo que pasa, por qué pasa y qué soluciones puedo encontrar. Reconozco que a veces puede ser una lata y ahora tengo estrategias para manejar eso mucho mejor, pero para manejar la parte negativa de ello porque la otra parte, la positiva, es una parte central de mi esencia y de forma de estar en este mundo. No puedo ni quiero cambiarla. Me hace sentir viva.
«No sé por qué te complicas tanto»: porque quiero/necesito sacarle el sentido más profundo a todo y porque siempre hay algo más que saber, que conocer, que entender. No podría entender la vida de otra forma.
«Así no vas a poder disfrutar nunca»: No es verdad. Disfruto de otras cosas que quizás tú no entiendas porque tú no disfrutarías con ellas.
Hemos crecido negando nuestra forma de estar en el mundo porque otros no la entendían, rechazándola y hasta doliéndonos de ella porque jamás nos iba a dejar disfrutar de la vida. O eso nos decían, y nos lo creímos.
La cosa es que sí, que andar dándole vueltas a todo y ver constantemente lo que hace falta mejorar o arreglar pueden tenerte en un bucle. Pero lo que nadie te señala de tu cerebro es el enorme disfrute ante un reto, ante una conversación profunda, una buena historia… Esa parte parece que pasa desapercibida, y es una parte súper importante.
Que no, no soy aburrida porque las fiestas, las multitudes o salir de copas no me guste. No soy aburrida porque prefiera leer o disfrute la soledad. Tengo mi propia forma de disfrutar y es muy dañino que nos cataloguen, basándose además en premisas que corresponden a otra forma de vivir, sentir y estar en el mundo.
¿Y si empezamos por preguntarnos, honestamente, qué es lo que nos hace disfrutar? Sin pensar en lo que debería gustarnos (o nos han dicho que debería gustarnos) o en lo que es «normal» o «raro» (de nuevo, según lo que nos han dicho o nos «vende» la sociedad)
¿Cuál es la respuesta que me doy a mí misma cuando me dicen o señalan cosas como estas?
Qué solitaria eres : Disfruto el tiempo a solas. Es más, lo necesito para recargarme. Las multitudes me abruman y me agotan. No todo el mundo es capaz de estar consigo mismo.
Qué aburrida eres: Para nada. De hecho no tolero el aburrimiento, me vuelve loca, porque es demasiado intenso. Lo que pasa es que lo que a ti te divierte a mí me aburre o me satura, y por eso no quiero hacerlo. Yo me divierto de otras formas.
Hija, es que no te gusta ninguna cosa: Puede que no me guste ninguna de las que te gusten a ti, o de las que me sugieres. Pero sí que me gustan cosas, y con una enorme intensidad y pasión.
Jolines, es que no disfrutas con nada: Quizás no disfruto con nada de lo que a ti te parece que es disfrutar, pero eso no significa que no disfrute con nada, solo con lo que está dentro de tu mapa mental.
Así que, finalmente, me di cuenta de que no es que no pueda disfrutar de la vida, es que mi mente es una consumidora de retos y ahí es donde se centra. Y de ahí parte también el disfrute. y posiblemente lo disfrutemos de una forma mucho más intensa (como no) y profunda, aunque sea de cosas que muchas otras personas no aprecian. Y debemos dejarnos hacerlo.
Durante las pruebas para determinar si tenía altas capacidades lo pasé pipa. Eran retos que ponían a prueba mi cerebro. Secuencias, puzzles… ¡me encantó!
Me gusta leer, ver un buen documental sobre un tema que me intrigue, cantar y escuchar música, una película de misterio (en casa nos gustan las pelis de asesinatos en las que vamos soltando hipótesis de lo que pudo pasar), aprender sobre un tema que me interese, escribir, plasmar mis reflexiones sobre la vida y lo que voy aprendiendo en este blog o en mis vídeos, me gusta muchísimo acompañar a mujeres intensas y ayudarles a ver todas esas creencias que están ahí escondidas haciéndoles mierda la vida porque en sí mismo es un misterio que resolver.
El autoconocimiento es poder, quitarse las telarañas de un montón de prejuicios e ideas preconcebidas que no hemos puesto jamás en duda porque así nos han dicho que era, y punto.
©Ana Isabel Fraga. Agosto 2021. Todos los derechos reservados.
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