Las rutinas/hábitos son excelentes en muchos sentidos: nos ayudan a tener un orden, a entender qué viene después y por lo tanto a sentirnos más seguros. Pero… no siempre es así. Especialmente cuando hablamos de aquellos hábitos que no hemos adquirido conscientemente.

Y es que no siempre somos conscientes de que estamos generando una rutina en nuestra mente, es decir, de que estamos construyendo ese camino neuronal en nuestro cerebro que se convertirá en automático. Así que asimilamos, por intensidad y por repetición, algunos hábitos que no nos son favorables.

Esos hábitos pueden tener que ver con tu salud, con tu trabajo, con tus relaciones, con tus hijos, con la forma en que te tratas a ti mism@…

 

Yo lo he notado al llegar a casa de vacaciones.

Vinimos agotados, dormimos como lirones, y cuando desperté, en mi habitación, en mi casa, en mi entorno… fui consciente de que lo próximo que vendría sería meterme al ordenador directamente a trabajar, sin desayunar, sin cuidar de mí, esperando a que el agujero en el estómago fuese tan incómodo como para ir a «picar» alguna cosa. Habitualmente nada saludable.

PRIMER PASO: Tomar consciencia del hábito que nos hace daño.

¿Cuál es el hábito que te está trayendo a ti de cabeza?

A lo mejor es algo parecido a esto que te cuento yo, pero puede que sea cualquier otra cosa, como usar los gritos constantemente para tratar de enderezar situaciones, o trabajar sin medida, o comer en exceso, o …

 

A mí estas vacaciones (y todo lo que estoy aprendiendo) me han dado para mucha reflexión y mucho cambio. Y desde esa distancia vi que había desequilibrado por completo la balanza de mi bienestar abandonando a su suerte a mi cuerpo.

Le di vueltas a algunas preguntas que me ayudaron a centrarme en lo que quería:

*¿Hacia dónde me lleva esta actitud para conmigo?

*¿Qué clase de ejemplo de vida estoy ofreciéndole a mis hijos?

*¿Cómo me encontraré de aquí a cinco o diez años si no hago un cambio ahora?

*¿A qué aspectos de mi vida puede perjudicar?

Así que el hecho de haberlo pensado anteriormente me ayudó a darme cuenta de lo aferrado que estaba el hábito de desatenderme por completo.

Hazte tú también estas preguntas. Piénsalas bien. ¿Te compensa seguir adelante con este «piloto automático»?

SEGUNDO PASO: ¿Qué es lo que verdaderamente quiero?

 

¿Qué quiero a cambio? ¿Qué quieres a cambio de ese hábito que te hace daño?

 

Sé concreto al describirlo. No vale un «quiero cuidarme más», porque es demasiado inespecífico y tu cerebro necesita lo concreto.

Mejor un «todas las mañanas al levantarme voy a respirar profundo tres veces y a hacerme un desayuno compuesto por zumo de frutas natural y un par de tostadas con aceite. Buscaré una hora al día para hacer un poco de ejercicio que me guste»

Esto es solo un ejemplo para que puedas ver a qué me refiero.

 

TERCER PASO: Rompe el patrón

Antes de que te des cuenta, y a pesar de tus buenas intenciones, tu camino neuronal te arrastrará de nuevo al piloto automático y ¡zas!, de nuevo metid@ en esa rutina. Es importante que en ese momento, cuando estés a punto de caer en ello rompas el patrón. Que es algo así como darle un hachazo a ese camino neuronal y comenzar así a destruir el hábito.

¿Qué cómo se hace eso?

Pues es tan simple y tan efectivo como cambiar de golpe hacia algo distinto o hacer algo sorprendente. Algunos ejemplos: Gritar ¡de eso nada! ¡No me pillas otra vez!, o dar un salto, o dirigir tu atención hacia otra cosa.

CUARTO PASO: Repite y repite el nuevo hábito (y súmale intensidad emocional)

Repitiendo y repitiendo formarás el nuevo camino neuronal, pero además de repetirlo es importante que añadas una emoción intensa de disfrute, de alegría, de entusiasmo.

¿Qué tal si bailas o cantas? ¿O piensas en todos los beneficios y alegrías que ese nuevo hábito te traerá? Piensa cómo puedes añadirle ese ingrediente emocional.

 

Rompe las cadenas que te atan a hábitos y rutinas que no te aportan nada bueno y que de algún modo no te dejan avanzar en la dirección que quieres. 

¿Qué hábitos te ha costado a ti romper? ¿Hay alguno del que te gustaría ahora mismo librarte?

Si necesitas ayuda mira cómo puedo ayudarte AQUÍ

©Ana Isabel Fraga 2017. Todos los derechos reservados.