De nuevo os traigo un articulo escrito desde la desnudez de alma, desde la intención de compartir y desde el deseo de que mis experiencias personales puedan ayudaros en algo. Así lo espero.

Los que me seguís ya sabéis que mis dos hijos tienen altas capacidades y que esto trae consigo una serie de características y de retos que otros padres quizás no vayan a enfrentar en toda la crianza de sus hijos/as. Y para los que no sois habituales pero habéis aterrizado en este blog buscando ideas podéis leer más en este otro artículo y también en este.

Y hoy quiero hablaros de algo que ha sido, realmente, uno de los mayores retos a los que nos hemos enfrentado durante estos años. Afortunadamente hemos logrado una mejoría increíble.

NOTA: Esta es mi experiencia. Esto no quiere decir que ni todos los niños (o adultos) de aacc pasen por estas circunstancias, ni que sea algo por lo que otros niños o adultos, sean como sean, no puedan pasar. Me he encontrado con muchos papás y mamás de niños con aacc que han pasado por estas mismas circunstancias y por ello he querido contar mi experiencia desde este enfoque. 

Quiero compartir con vosotros, y desde mi posición como madre, los recursos, las ideas y las actuaciones que llevamos a cabo para manejar esta situación y ayudarles con ello.

 

Una de las actuaciones que no os voy a poner en el listado es la que te va a ocurrir probablemente (casi diría seguro, pero bueno… vamos a dejarlo en probablemente): meter la pata.

Y es que puede llegar a ser muy desesperante, frustrante y agotador. Además no suele ser el único reto contundente que tenemos que afrontar y la suma de estos factores altera mucho el producto de la paciencia. Yo he metido la pata muchas veces, y en el camino de aprender a ayudarles, ha habido un proceso de prueba-error.

Por supuesto, esto que te listo aquí son mis experiencias y siempre te aconsejo que acudas al psicólogo que valoró a tu hijo/a para que te aconseje de forma profesional. Pero quizás mi experiencia pueda aportarte algo. Aquí te la dejo.

En casa hemos vivido rituales/obsesiones de distinta índole e intensidad: desde necesitar apagar siempre él la tele sin que se produjese ningún sonido mientras lo hacía (si hablábamos, o si sonaba cualquier ruido tenía que volver a empezar y encenderla, entrando en un estado de angustia tremendo si ocurría así), a tener que decir un número determinado de veces buenas noches y tener nosotros que decir unas frases concretas, o decir adiós con unas frases también concretas teniendo que ser el último en decírmelo…

Son situaciones verdaderamente complicadas que generan mucho malestar en el ambiente familiar  y un clima de estrés constante cuando son habituales. Es difícil además salir, y también que otros lo entiendan, porque habitualmente lo reducen a «es un malcriado», «esto con un par de tortas se arreglaba». Y no comprenden el trasfondo ni lo que está ocurriendo de verdad. Así que tienes que lidiar con muchos sentimientos. No es fácil.

1 # Ojo al estrés

Por lo que he podido comprobar, los momentos de estrés hacen que los miedos se le  exacerben y que vuelvan algunos rituales. Por eso, lo mejor es tratar de tenerlo a raya (me refiero al estrés) lo mejor posible.

  • No le presiones con excesos de actividades o con exigencias de perfección (ellos ya suelen presionarse solitos y necesitan ayudar para «despresurizar», no para hacer explosión)
  • Enséñale a entender las emociones. No las penalices, sino muy al contrario, valídalas y hazle ver lo valiosas que son y los mensajes que encierran. Aquí puedes hacerte con mis cuentos para las emociones. En este cuento mi hijo mayor hizo parte de los dibujos 😉
  • El ejercicio físico puede ayudar también
  • Aire libre y naturaleza.
  • Los animales pueden ser una magnífica ayuda para ellos (mi hijo pequeño se calmaba mucho con sus pájaros y los perros les producen a ambos mucha ternura, se han calmado también acariciando a nuestra perra…)
  • Cuida de ti. Sí, sí, de ti. Porque si tú estás bien (o lo mejor posible) ellos se sentirán también mejor, tendrás más paciencia y calma para enfrentar estas situaciones y se resolverán mejor. Porque son situaciones muy difíciles en ocasiones y muy angustiosas para los que las vivimos a su lado.

2# No te lo tomes como algo personal.

Trata de verlo con objetividad, como una expresión de una angustia que tiene que salir por algún sitio

3# Averigua si está ocurriendo algo en su entorno que pueda estar preocupándole o provocando malestar en él.

En el cole, con los amigos, con los otros compañeros de clase, cambios…

4# Averigua si está preocupado por algún pensamiento que se le haya podido ocurrir y le esté produciendo miedo y angustia.

A veces, sus pensamientos un tanto «existencialistas» o la imaginación desbordante les lleva a darle vueltas a alguna idea que les produce dolor y angustia. Y a veces les puede ayudar contarlo. En este caso escucha sin juicios, valida sus emociones.

5 #Entiende.

No es una manía sin más, es la forma que tiene de «resolver» la angustia que siente dentro de sí. Porque en un primer momento el ritual puede ofrecerle el control y la calma que necesita. Todo está tal y como lo quiere. Pero es una falsa resolución, pues la ansiedad vuelve y esa necesidad se convierte en una condición sine cuanum. Es decir, si no se da, la angustia crece.

6# Ayúdale a entender

que esos rituales y obsesiones le hacen en realidad sufrir y no le permiten disfrutar. Pero hazlo con cariño, suavidad y tranquilidad. Esto no servirá para que abandone los rituales, pero servirá para que vaya tomando consciencia de que no son una solución. Permitirle conocer sus recursos, como te cuento más adelante es también fundamental.

7# Rompe el patrón

Si la cosa está comenzando y no está arraigada aún pero ya vas viendo signos de ello, rompe su patrón desviando su atención, distrayendo, ofreciendo alternativas en ese momento.

8# Si está arraigado…

entonces requerirá de vosotros como padres/madres una paciencia enorme que debe partir de vuestra propia calma y del convencimiento de que es posible. Partiendo de esto…

  • Haz pequeños cambios.

Quizás sutiles, pero poco a poco puedes ir aumentando y variando. Por ejemplo, si tiene que decirte 8 veces buenas noches (ni una más ni una menos) y en la misma postura en la cama mientras tú sales por la puerta, quizás podrías decirle «Hoy vamos a decirlo 9 veces», o «Hoy señalando al techo»… o algo que se te ocurra que pueda ir modificando ese patrón tan exacto.

  • Plantéaselo como un reto.

En mi caso esto significó un antes y un después. El pequeño es muy competitivo y se nos ocurrió que quizás planteárselo como un reto a superar fuese útil. Y lo fue, vaya que si lo fue.

  • Hazle notar lo que está evolucionando y todo lo que ha logrado.

«Veo que has logrado…»

«Me doy cuenta de que estás consiguiendo…»

  • Ayúdale a reflexionar y fijar los recursos que ha empleado

Cuando logre algo, por pequeño que sea pregúntale «¿cómo lo has hecho?» «¿qué hiciste/pensaste/usaste… para conseguirlo?», de esta forma se hará consciente de sus propios recursos.

  • Recuérdale los recursos que ya empleó otras veces en otras situaciones similares.

«¿Recuerdas aquella vez que lograste ….? ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Crees que puede servirte ahora? ¿Cómo puedes hacerlo?

9 # Ofrécele alternativas para manejar la angustia.

Un abrazo es una maravillosa opción. Puedes decirle «Cuando te sientas mal ven a darme un abrazo» u ofrecérselo en los momentos de estrés.

10# Ayúdale a llevar una vida ordenada a través de rutinas

pero al mismo tiempo descolócalas un poco de vez en cuando, disfruta de un día de saltárselas, proponle algunos cambios de vez en cuando que entre todos podáis decidir, haz algo sorprendente y divertido («hoy vamos a acostarnos mas tarde porque voy a invitarte al cine») para que vea que lo espontáneo es algo divertido.

11 # Enséñale a entender que él/ella no es sus pensamientos.

Aquí te dejo un cuento-historia que escribí para ayudar a los niños a entender que son dueños de su mente y que los pensamientos no son ellos. Pueden cambiarlos y elegirlos.

12 # Dale «alimento» a sus ansias de aprender, conocer, explorar, inventar y crear.

Porque necesitan poner en funcionamiento su mente de la forma en la que lo sienten. Las clases rígidas no suelen ser santo de su devoción y el aburrimiento es un detonador también de este tipo de situaciones, pero no necesitan más deberes (de hecho era mejor ninguno), necesitan que les demos la oportunidad y las herramientas para explorar por su cuenta los temas que les apasionan.

12# Mantén la firmeza de corazón.

¿Qué quiero decir con esto? Que debes mantenerte firme en las decisiones o soluciones que vayáis a tomar / que os haya indicado vuestro psicólogo pero con el corazón repleto de amor, de comprensión y de entendimiento. Que lo está pasando fatal, y necesita de vuestra ayuda y de todo ese corazón al mismo tiempo. Esto es fundamental.

13# Asegurate de que el mensaje de amor llega.

Que los queremos con todo nuestro corazón está muy claro, y hemos de esforzarnos en que lo sientan así. A veces todo esto nos lleva a situaciones dificiles, al mal humor, a las luchas de poder… y se nos olvida darle cabida a algo tan importante como que nuestro mensaje de amor incondicional llegue. Pregúntate qué podrías hacer para ello.

14# Aprovecha este reto para trabajar en ti.

Entiende tus pensamientos, aprende a gestionar tus emociones. Conócete. ¿A ti también te ha pasado o te pasa esto de obsesionarte? ¿De ritualizar? Aprende a manejarlo. Eres su espejo, y ellos son grandes maestros que nos obligan a mirar dentro de nosotros mismos. Gran tesoro, ¿no crees?

 

©Ana Isabel Fraga 2017. Todos los derechos reservados.