¿El carácter?

Sí, así es. El carácter de tu hijo influye en todas las facetas de su vida. También en el sueño.

Y si no lo tenemos en cuenta podemos tomar decisiones que nos lleven a situaciones difíciles.

Por eso…

El primer paso siempre es observar.

 

Para todo. Para la hora de dormir, la de comer, la de relacionarse… ¡Para todo!

 

La observación nos dará claves que de otro modo jamás hubiésemos visto. Porque si no nos paramos a observar solo veremos la punta del iceberg, es decir, solo veremos lo que está pasando, pero no el porqué ni la esencia, y eso nos hará reaccionar más que dar una respuesta efectiva.

 

Y el carácter influye desde el principio.

 

Los expertos creen que los rasgos del temperamento del niño son innatos, que forman parte de la estructura cerebral del niño.

-Extraído del libro Disciplina Positiva para Preescolares (Medici) –

 

Esta es la razón por la que no todo funciona con todos los niños, o la de por qué si solo tenemos en cuenta su edad o las estadísticas puede que no encaje para nada (o que encaje algo, o a medias, o del todo…) También es la razón por la que comparar (a parte de ser innecesario y perjudicial) no nos sirve de nada.

Puede que el hijo de tu vecina, que tiene 8 meses igual que el tuyo, duerma con un verdadero angelito ya sea en el carrito, en brazos, en la cuna o en medio de un restaurante abarrotado de gente; y sin embargo para que el tuyo duerma hay que andar de puntillas y asegurarle unas condiciones verdaderamente óptimas.

Esto es solo un ejemplo de dos casos claramente opuestos, pero que nos sirve para entender que lo mejor es dejar las comparaciones de lado y centrarnos en OBSERVAR.

Evidentemente hay mas factores que influyen en el sueño, ¡claro que sí! Pero vamos a enfocarnos en el carácter, que es de base, fundamental.

Ya Tracy Hogg observó estas particularidades y les dio tanta importancia, que después de años y años de observación, de ver crecer a esos bebés hasta ser niños y adultos (viendo cómo mantenían las bases de su carácter), hizo una clasificación que pudiese ayudar a los padres a la hora de qué opciones manejar para ayudar mejor a sus hijos.

Para ella existían 5 grupos: Bebés de tipo angelito, de libro, movidos, susceptibles y gruñones.

Los primeros, los de tipo angelito,  para ella eran aquellos fáciles de llevar e interpretar, a los que los cambios no les afectan demasiado, se adaptan bien, son tranquilos…

Los de libro los definía como los anteriores con la salvedad de que además solían cumplir con los esperado a cada edad (iban cumpliendo lo que los libros y estadísticas decían)

Estos dos tipos, en general, no suelen necesitar condiciones especiales puesto que se adaptan muy bien al ritmo y los cambios (siempre que no sean exagerados).

Pero recordad que ningún bebé es uno de estos tipos en «estado puro» por lo que hemos de tener en cuenta el resto de recomendaciones para ver qué funciona mejor con nuestr@ hij@ en caso de que lo necesitemos.

Los movidos, bueno, el nombre lo dice todo ¿verdad? Esos pequeños que no pueden parar ni durmiendo, que son entusiastas por naturaleza, aventureros… Todo lo quieren ver, tocar, agarrar…

Algunas ideas que podrían servirte si tu peque es muy movido:

  • Apaga las luces para dormir (sea de día o no) porque le costará mucho alcanzar el sueño viendo los colores de su habitación, los muñecos o lo que sea. ¡El entusiasmo por ver, tocar, conocer, ir… probablemente no le dejarán relajarse!

  • No hagas que pasen de la actividad al sueño directamente. Mejor permíteles un tiempo de calma anterior bajando un poco la luz, el nivel de actividad y hasta la voz. Yo lo llamo un tiempo puente. Esto facilitará que entre en un estado de mayor tranquilidad.

  • Si ya es mayor asegúrate de ponerle barrera en la cama o mejor el colchón en el suelo, porque se mueven tanto que no es difícil que se caigan.

  • El nivel de actividad durante el día es algo que debes vigilar. Y no es sencillo, porque necesita sacar toda esa energía (como os digo es puro entusiasmo) pero al mismo tiempo no pasarse y llegar a la sobre estimulación. Si están demasiado cansados o hiper estimulados también les costará dormir.

  • En cuanto a las siestas… en muchas ocasiones es prácticamente imposible que haga alguna por la mañana (aunque las estadísticas digan otra cosa),  y le encantará hacer la de la tarde. Es más que posible además que sean siestas más bien cortas (la de la tarde puede que se alargue un poquitín más) Por eso procúrale como mínimo momentos de bajada en el nivel de actividad.

  • No olvides tratar de encontrar momentos de descanso para ti, porque te hará falta energía para manejar los primero años con paciencia 😉

Los chiquitines susceptibles para ella son aquellos a los que los estímulos les agotan y estresan mucho. Son realmente sensibles (hiper sensibles)

  • De nuevo mejor eliminar la luz de la ecuación del sueño, pero por razones bien distintas: la luz suele molestarles y eso hace que les cueste muchísimo relajarse, lo que hará que se estresen un montón.

  • Con los bebés en los que predomina esta susceptibilidad a los estímulos externos es fundamental de todo punto una muy buena observación, porque a veces llorarán sin que entiendas muy bien el porqué. Vigila etiquetas, costuras, calcetines, ropa que les roce (aunque sea mínimamente en algunos casos puede suponer un problema), luces y olores fuertes, gente hablando (mi hijo pequeño que tiene una gran susceptibilidad al entorno, en el presente que tiene 6 años, a veces me dice que los niños de la clase hacen mucho ruido y le duele la cabeza. ¡Y son solo 8 niños en su aula!) Estate atenta a qué puede estar afectándole.

  • Procúrales por tanto, a la hora de dormir, un entorno relajado, sin ruidos y agradable. Quizás sábanas de tacto agradable y mantita ligera (podría ser que el peso les moleste incluso 😉 ). ¡Ojo a la temperatura también!

  • Cuidado con los cambios, le cuestan mucho. Anticípaselos, dile lo que va a ocurrir. Eso le ayudará. Incluso si es un bebé es importante decírselo pues es por un lado una muestra de respeto y por el otro de alguna forma capta tu tono de voz (esa expresión no verbal de la que hablamos en este artículo)

  • Entiende que es muy probable que no soporte un ritmo de ir y venir, de lugares con mucha gente (o gente ruidosa). Así que por mucho que tu vecina se empeñe en que trates de dormirle la siesta en medio del restaurante… con toda probabilidad será misión imposible y te encontrarás con un pequeñín agotado que llorará mucho. Casi mejor programa lo que tengas que hacer alrededor de sus momentos de sueño para que no se vean alterados. Es decir, sal después de que haya dormido. Porque incluso el coche, tan calmante para otros pequeños, puede alterarle más que otra cosa. Mantendrá su tranquilidad con más facilidad.

  • Cultiva tu calma y tu capacidad de empatía (algo que crecerá con la práctica de la observación, pues te hará consciente de las necesidades únicas de tu hijo). Fundamentales para manejar los primeros años sobre todo de tu pequeñ@.

Y los gruñones, decía ella que eran almas viejas que volvían a este mundo. Los identificaba como aquellos pequeños a los que les gustaba estar a su aire, bastante serios y con tendencia al enfado cuando las cosas no salían como querían.

  • Si tu hijo tiene mucho de este tipo es importante que le permitas sus tiempos. Es probable que le guste estar más a su aire, que necesite despertarse despacito… Necesita de más «espacio» que otros niños.

  • Suelen tener mucha resistencia al cansancio así que probablemente notes que necesita menos ratos de sueño o de menor duración, pero sin embargo sí que necesita esos tiempos de tranquilidad, aunque no esté durmiendo.

  • A veces prefieren hacer varias siestas pero más cortitas. Siestinas pequeñas.

 

Y con esta clasificación la idea era ver en qué «porcentajes» tu hijo manifestaba estos distintos tipos y a partir de ahí ver cómo ayudarles mejor.

Personalmente, y después de muchos años de trabajo en este sentido, me parece muy útil la investigación de la Dra. Stella Chess y el Dr. Alexander Thomas sobre los 9 factores del temperamento. 

Es como ver más abajo, más a fondo, de una forma más directa y precisa. Así que vamos a ver estos factores.

Todos los niños (y adultos) poseen los 9 factores. La cosa es ver en qué sentido y en qué «cantidad», por decirlo de una forma un poco gruesa, pero que creo se entiende. Y estos factores son:

 

Nivel de actividad 

Si el nivel de actividad de tu hijo es habitualmente más alto de lo habitual con respecto a los otros niños de su edad puedes tener en cuenta las ideas que te sugerí en los bebés de tipo movido. ¡Y no te olvides de ti!

Si es más bajo entonces procúrale actividades suaves y tranquilas para que no se agote en extremo. Observa qué le hace sentir mejor. Quizás no necesite estar tres horas en el parque saltando sin parar 😉

 

Ritmo y regularidad

¿Cómo de previsible es tu hij@? Porque si es como un reloj es posible que saltarte sus necesidades «puntuales» pueda ser un verdadero problema. Así que lo mejor es planificar las cosas en torno a sus necesidades específicas, lo que hará que todo «fluya».

Sin embargo, si el ritmo de tu hijo es totalmente imprevisible, no te culpes, y trata de buscar unas rutinas (que él participe en diseñar en cuanto tenga edad para ello) observando durante varios días sus necesidades para buscar algún patrón. En este caso necesitarás sobre todo mucha paciencia y mucha mucha observación. Es posible que sus siestas sean  cada día a una hora distinta, que a veces duerma mucho y otras muy poco… Pero poco a poco y como digo observando mucho podemos llegar a conseguir que sus días sean más predecibles.

 

Reacción inicial

¿Qué pasa cuando tu hijo se enfrenta a algo nuevo? Concretamente… ¿cómo reacciona en un primer momento?

Si su reacción es generalmente buena (sonríe, curiosea, se le ve bien) no tendrás mucho más que hacer que mostrarle esos cambios y acompañarle.

Pero si reacciona de forma negativa (llora, se enfada, lo rechaza…) tendrás que poner mucho más en la parte que te corresponde para ayudarle. Sobre todo paciencia y darle la oportunidad de asimilar lo nuevo.

Muéstrale que estás a su lado, acompáñale y dale el espacio y el tiempo para asimilar los cambios.

 

 

Adaptabilidad

¿Cuánto le cuesta adaptarse a lo nuevo? No hablamos ya de la primera reacción sino de su adaptabilidad en el tiempo.

Si adaptarse le cuesta lo suyo necesitarás también de mucha calma y paciencia, de no forzar situaciones ni tratar de que cumpla expectativas para las que no está preparado todavía.

En cuanto a la hora de dormir puede que el cambio de habitación, de cama, incluso de partes de su habitación, de texturas o colores distintos… le afecten. Así que trata de implicarle al máximo en cualquier cambio que vayas a realizar y deja que tome partido en cuanto pueda. Si aún es muy pequeño haz cualquier cambio muy poco a poco, despacito (decía Tracy «a pasitos de bebé»), mostrándole cada paso si es necesario; dale tiempo a que se adapte. Una cosa por vez y con tiempo suficiente. Es decir, si por ejemplo su hermanito va a nacer y además ha llegado el momento de un cambio de habitación es posible que adelantar un poco el cambio de cuarto sea buena idea, teniendo en cuenta lo que necesitará para adaptarse (conocer sus tiempos).

Ten en cuenta además que los cambios en otros ámbitos (nuevos alimentos, comienzo de mayor movilidad motora, cambios en la familia, comienzo de la escuela, etc.) podrán afectarle al sueño también y su relajación.

 

Umbral de respuesta sensorial

¿Cómo de sensible es tu hij@ a estímulos externos?

Descubre ese grado de sensibilidad con la observación, así como qué es lo que más le afecta: ¿la luz? ¿los ruidos? ¿las texturas? ¿etiquetas o costuras? ¿sabores?…

En este caso, y si el/ la peque tiene un alto grado de sensibilidad puedes ojear las ideas propuestas en el tipo susceptible.

 

Cualidad del humor

Hay niños muy sonrientes y niños no tanto. Si el/la tuy@ tiende al mal humor, a tomar las cosas con enfado fácilmente… échale un ojo a lo propuesto en el tipo gruñón.

 

Intensidad de la reacción

¿Con qué fuerza suele reaccionar tu hij@ a las situaciones? ¿Sus rabietas son xxl (lee aquí un artículo sobre estas rabietas)? ¿Siendo bebé, cuando le ocurría algo, se enteraba todo el edificio 😉 ?

Entones puede que su intensidad sea muy alta, y entenderlo es fundamental para hacerse con toneladas de paciencia (aquí un artículo con ideas para multiplicar nuestra paciencia), porque nos harán falta.

También aprender a gestionar nuestro enfado nos ayudará, respirando hondo y calmándonos antes de tratar de solucionar o intervenir para arreglar lo que sea. Y es que necesitarán que les transmitamos toda la calma posible, además de ofrecerles «herramientas» para ir manejando poco a poco semejante intensidad.

Con bebés así y respecto al sueño ten muy en cuenta no sobrepasar ciertos niveles de estímulo (sobre estímulo), que aprenderás a ver a través —de nuevo— de la observación, porque no conseguirás que se calmen y relajen.

Intervén antes de que la cosa se ponga peor. Para ello trata de conocer lo mejor posible sus primeros síntomas de sueño y llévale a dormir en cuanto lo veas, porque quizás un par de minutos más tarde ya haya entrado en un bucle de llanto.

 

Facilidad de distracción

Todos hemos visto algún pequeñín que llora y su mamá le dice algo así como… «¡Uy! mira que pajarito. ¿Quieres que vayamos a verlo?», y resulta que el peque deja de llorar y se queda mirando al pájaro. Es lo que mi suegra decía «cambiarles el chip» 🙂

Pero no todos los niños tienen esta facilidad para distraerse y cambiar «ese chip». De hecho con algunos no habrá forma de sacarles de eso que tiene en la cabeza en el momento. Así que si tu hij@ es así procura no olvidar su muñeco de dormir si vas a salir fuera por ejemplo, porque puede que no se olvide de ello hasta que lo tenga en sus manos.

Necesitarás de otras formas de hacer las cosas: la distracción no va a servirte.

Prueba sobre todo a prevenir situaciones que sepas que pueden ocurrir.

 

Persistencia y capacidad de atención

¿Cuánto está dispuest@ tu chiquitín a intentar algo? ¿Se frustra si no lo consigue inmediatamente? ¿Persiste el tiempo necesario? ¿Se molesta si le interrumpen?

 

Conocer el carácter de tu hijo, comprenderlo y aceptarlo es un gran regalo para su vida y para vuestra labor como padres.

A ti te ayuda a entender que…

  • es único
  • no hay un carácter bueno o malo, sino que son diferentes y lo que necesitan o cómo enfrentar las situaciones también será, por tanto, diferente.
  • tiene su propia forma de ver el mundo
  • no hay comparaciones posibles (ni saludables)
  • a través de este conocimiento puede ayudarle mejor en sus frustraciones, y estrechar más los lazos.

A tu hij@ le ayuda a a…

  • Sentirse aceptado, respetado y amado por quien es
  • no sentirse raro
  • aprender sobre sí mismo y la mejor manera de ayudarse también
  • respetar el carácter único también de quienes le rodean

 Toma de aquí lo que te sirva. Deja lo demás. 😉

*Puedes encontrar información ampliada sobre esto en los libros de Disciplina Positiva, los libros de Tracy Hogg y los libros de Chess y Thomas.

© Ana Isabel Fraga Sánchez 2017. Todos los derechos reservados