El otro dia, en una de mis mentorías con familias, una de las mamás me contaba que a su hijo de 4 años, que no paraba un minuto en clase y con el que la profesora no sabía qué hacer, le había hecho firmar un contrato.
En este contrato decía que el niño se comprometía a portarse bien. En caso de no hacerlo se iría a la clase de 3 años, con los pequeños, como castigo. Y el niño hizo un garabato donde le indicaron, porque no sabe escribir ni tampoco leer. Voy a centrarme sobre todo en la idea del contrato.
¿Es buena idea hacer esto?
La respuesta es categóricamente NO.
La parte de su cerebro que maneja las emociones no está plenamente formada. Os hablo de la corteza prefrontal, en la que entre otras cosas está el control de impulsos y el manejo de emociones. Por lo que la petición escapa a sus posibilidades, más aún si hablamos de un niño muy intenso, porque a mayor intensidad mayor dificultad para manejarla.
A lo mejor lo intenta con mucha fuerza y consigue alguna vez manejarse, pero aunque consiguiese esto, no lo hará la mayor parte de las veces. ¿Cómo puede afectar esto a su autoestima cuando a pesar de intentarlo no lo logra? ¿cuando si no lo consigue se le castiga? ¿le hemos dicho cómo puede lograrlo, le hemos dado herramientas?
No tiene en cuenta de ninguna manera la individualidad del niño ni se están buscando las causas de lo que el adulto identifica como mal comportamiento. En este caso concreto se trata de un niño muy intenso, con hiperexcitabilidad motora, probablemente empeorado porque no se está atendiendo su capacidad ni se le ofrecen retos adaptados. Así que ni siquiera hablamos de un mal comportamiento.
¿Logrará que el niño se «porte bien»?
No.
Porque, como hemos visto, no le estamos dando herramientas para manejar sus impulsos, ni estamos alimentando habilidades que le ayuden de ninguna manera. Tan solo estamos tratando de «ahogar» un comportamiento a través de la amenaza de un castigo que es humillante además («Si no sabes comportarte como un niño mayor te irás con los pequeños, porque eso es lo que eres, un niño pequeño») y con la enorme presión de unas expectativas, que como hemos visto, no son viables.
No estamos atajando la causa. Todo seguirá igual o se intensificará/empeorará, o cambiará en cómo lo muestra pero buscará otra forma de mostrarlo.
Además, ¿sabe el niño lo que significa algo tan amplio como «portarse bien»?
Otro no.
Para que un niño pequeño pueda entender lo que esperamos, debemos ser muy claros y concretos.
«Pórtate bien» vs «dame la mano al cruzar»
«Pórtate bien» vs «aquí es mejor ir más despacio»
«Pórtate bien» vs «si quieres dar golpes puedes hacerlo en aquellos cojines»
Hacer un contrato con un niño de 4 años es tratarle como a un adulto en miniatura. Y los niños y niñas son eso, niños y niñas, en pleno desarrollo y crecimiento (también el de su cerebro). Sobre ello escribí en su día este otro artículo: léelo aquí.
Y para crear las bases educativas de los niños y niñas intensos puedes hacerte con mi libro «Educando a niños y niñas intensos».
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
- Faber, Adele; Mazlish, Elaine. Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y escuchar para que sus hijos le hablen (ediciones Medici)
- J. Siegel, Daniel; Payne Bryson, Tina. El cerebro del niño (editorial Alba)
- Nelsen, Jane. Cómo educar con firmeza y cariño (ediciones Medici)
- Nelsen, Jane. Disciplina Positiva para preescolares (ediciones Medici)
@Ana Isabel Fraga 2023. Todos los derechos reservados.