
Desde que tengo memoria, las letras han sido para mí algo mágico.
Aprendí a leer y a hablar casi al mismo tiempo, y a los cuatro años ya leía perfectamente. Fue también a esa edad cuando escribí mi primer cuento, una versión de El patito feo. Y esa pasión por las historias y los libros me ha acompañado siempre, siendo una ávida lectora y una eterna enamorada de la escritura.
Con la llegada de mis hijos, retomé esa pasión de una manera más consciente. Escribí artículos en mi blog y cuentos que nacían desde el deseo de ayudarles a ellos y a otros niños. Historias que buscaban iluminar su camino, ayudarles a comprenderse mejor a sí mismos y entender el mundo en el que viven, combinando mis conocimientos sobre educación e inteligencia emocional.
Esa misma inquietud creativa me llevó a escribir un par de novelas juveniles y un libro dedicado a la crianza de niños y niñas intensos.
Como madre de una familia intensa, donde conviven altas capacidades, alta sensibilidad, integración sensorial divergente, autismo y TDAH, he dedicado los últimos años a formarme y acompañar a otras familias que, como la mía, enfrentan desafíos únicos. Lo he hecho a través de sesiones de apoyo, artículos, divulgación en redes sociales, cursos, charlas y formaciones.
Hoy, la escritura (y mi familia) ocupan la mayor parte de mi tiempo.
Me dedico a crear historias, artículos y reflexiones que inspiren, lleguen al corazón y aporten valor, aunque sigo dedicando una pequeña parte a sesiones, charlas y formaciones puntuales.
Mi camino siempre ha estado guiado por las palabras: las que consuelan, las que enseñan y las que transforman.