¡Qué imagen tan tierna!

¿verdad?

Esta es la imagen idílica que soñamos cuando traemos a nuestro nuevo hijo a casa y se lo presentamos a su hermanit@, y es lo que nos gustaría que pasase en nuestro día a día. Sería ideal, sería fantástico.

Pero la realidad no suele ser así mucho rato, y es totalmente normal.

La vida de nuestro hijo mayor (porque ahora es el mayor), ha cambiado de un momento a otro. 

Y no ha cambiado levemente, sino que diría que casi de forma radical.

El tiempo para él/ella ya no es tiempo para él/ ella solo. Ahora tiene que compartirlo con otro niño, que para más inri no copa la mitad de su tiempo, sino mucho, mucho más. Llora, hace ruido, no le deja dormir bien y todo el día hay que estar dándole de comer, cambiándolo… ¡Un rollo de herman@!

Además desde que llegó a casa mamá y papá están cansadísimos, no tienen ganas de jugar y están más irritables o mirando embobados al «intruso».

Ni siquiera puede hacer ruidos en casa porque el bebé tiene que dormir también por el día.

Su vida ha dado un giro, y el pequeño ve claramente a quién es debido. Y se siente desplazado.

Y es normal. Normal del todo. ¿Quién en su sano juicio no se sentiría desplazado?

Pues imaginaos un niño pequeño.

Así que con todo esto, sus observaciones del día a día le harán llegar a conclusiones, creencias… No conscientes, claro, pero que ahí están.

«Para que te hagan caso tienes que llorar mucho»

«Te prestan atención cuando te haces pis, caca, quieres leche, usas pañales y te los tienen que cambiar…Vaya, que tienes que comportarte como un bebé si quieres que mamá y papá te miren tanto como a tu herman@»

Y entonces, empezará a actuar en consecuencia. Puede que quiera volver a usar el chupete, o que se vuelva a hacer pis si ya no lo hacía, o que llore por todo…

Y ahí es cuando papá y mamá se enfadan en muchos casos y le dicen que ya no es un bebé, que ahora es el hermano mayor y que debe comportarse como tal…

Así que la cosa se lía cada vez un poco más.

Entonces ¿qué podemos hacer?

Por un lado entender que lo que siente es totalmente normal.

Ponernos en su lugar y tratar de ver la vida desde sus ojos y perspectiva para entender cómo y dónde podríamos ayudarle más. Una frase del tipo «uf, ¡qué difícil es ser el mayor! ¿verdad?» o «no es fácil tener un bebé en casa, ¿eh? Creo que llora un montón (y acabar la frase con un guiño y una sonrisa)»

Saber que la máxima de todo individuo es sentirse importante y tenido en cuenta, y que probablemente no se siente igual de importante y tenido en cuenta que cuando su hermanita@ no estaba en casa, por lo que toca ayudarle a recuperar ese sentimiento de pertenencia. Claro está, no podrá ser como antes, ni siquiera es saludable tratar de que lo sea, porque la situación es otra. Pero podemos involucrarle en todo lo que pueda hacer con referencia al bebé. Pasarnos la toalla cuando le bañemos, decorar su habitación antes de que llegue, pedirle opinión sobre qué camiseta (o lo que sea) comprarle al bebé, o los colores de la habitación… Podemos dejar que nos sugiera nombres…

Quizás ver con él fotos de cuando nació y contarle cómo fue todo, quienes vinieron a visitarle, lo que hacía, lo que mamá y papá sintieron la primera vez que le vieron..

Yo le hice un regalo a mi hijo mayor el día que nació el pequeño. Le pregunté qué quería y se lo compré, porque el día que nació Samuel no era solo el día de su nacimiento, también era el día en que Lucas se convertía en hermano mayor, y me pareció que era como un cumpleaños, el cumpleaños de hermano mayor 😉

Por lo tanto, preparar la llegada del bebé con antelación hablando mucho, pidiendo opiniones y ayuda al niño ayudará a que lo tome con otro ánimo. Contarle cómo será todo, lo que haremos, lo que hará el bebé, lo que habrá que atenderle… le dará también una idea de lo que va a suceder y no le pillará tan de sorpresa.

Buscar momentos especiales con el niño, solo para él le ayudará a mantener también ese sentimiento de pertenencia en su familia, y permitir que ayude cuando ya esté el bebé en casa le hará sentir importante y tenido en cuenta.

Aún con todo esto, habrá momentos complicados, pero habrán sido minimizados y el sentimiento de pertenencia no se verá destrozado, sino tan solo modificado para adaptarse a la nueva situación familiar.

Este es otro reto más en la ma-paternidad. No será fácil (en la mayor parte de los casos, que no todos son así, claro) pero la paciencia, ponerse en su lugar y tratar de mantener su sentimiento de pertenencia pueden aligerar mucho las cosas y crear una mayor armonía. Así que… ¡a por ello!

© Ana Isabel Fraga Sánchez 2015. Todos los derechos reservados.