Hoy vengo a contaros un recurso muy efectivo que estoy segura que os dará más de una sorpresa por lo bien que los niños lo aceptan y los buenos resultados que suele dar:

Los mensajes escritos.

¿Por qué son efectivos?

Bueno, pienso que lo son porque generalmente son inesperados, y cuando algo es inesperado capta toda nuestra atención.

Podemos hacerlos divertidos con imágenes como la que os muestro de unos dientes, o haciendo que parezca que son los propios dientes (o la ropa que hay en el suelo, o los juguetes que han pasado toda la noche fuera de su caja y tienen frío,  el perro que necesita salir o… lo que sea) quienes escriben la carta. Esto suele arrancar una sonrisa y así todo parece más liviano y algunas situaciones que podían estar últimamente rompiendo la armonía de casa toman otra perspectiva.

Además, a los niños les chifla recibir notas.

Y además impiden que gritemos cuando por ejemplo hay una situación que se ha vuelto complicada y que últimamente no parece resolverse y que nos está afectando tanto que no estamos reaccionando bien.

En esos momentos cerrar la boca y escribir una nota puede hacer un cambio sorprendente.

¿En qué momentos nos sirven?

¡Prácticamente en cualquier momento! Yo las he usado para recordar que hay que lavarse los dientes, para recordar que la ropa tiene que estar en el armario, para recordar una rutina que estaba siendo olvidada muy de continuo y parecía que no funcionaban otras cosas… pero podéis usarlas para lo que queráis siempre con el objetivo de lograr algo a través del humor, el cariño

¿Para qué edades es apropiado y efectivo?

¡Para todas!

Funciona con los pequeños aunque no sepan escribir ni leer porque podemos pararnos a leerles nosotros la nota: «Anda, tienes una carta de tus juguetes. ¿Quieres que te la lea?»

Pero también con los mayores e incluso con los adolescentes, que según nos cuentan las autoras del libro «Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y escuchar para que sus hijos le hablen» se sentían conmovidos porque sus padres pensaran en ellos lo bastante como para tomarse el tiempo y la molestia de escribirles.

¿Cómo hacerlo?

No hay unas reglas fijas pero podemos fijarnos en algunas recomendaciones:

Emplear el sentido del humor puede ser muy efectivo siempre y cuando venga al caso. Podemos usarlo por ejemplo para que la ropa sucia que no ha echado a lavar le diga lo descontenta que está tirada en el suelo y le pide por favor que la meta en la lavadora para estar limpia. O el perro que no ha salido y le pide encarecidamente que le lleve a hacer pis afuera. Pero a veces no es conveniente usar el humor cuando la situación es seria, como que la mamá se ha enfadado porque se ha encontrado algo suyo que le había prestado roto. En este caso sería mejor expresar cómo se siente la mamá y por ejemplo quedar en unos minutos para hablar del tema.

– Puede ser en forma de carta o de nota breve, con dibujos o sin ellos… Es una cuestión de creatividad y de lo que creemos que pueda llegar mejor a nuestros hijos.

– Por supuesto en un lenguaje de amabilidad.

Así que os animo a probarlo. Es realmente divertido y la información llega estupendamente.

 

Esto, igual que cualquier otra herramienta no va a funcionar siempre, ni de la misma forma. 

 

Se trata simplemente de otra forma de llegar a los niños, de acercarnos a ellos para ganárnoslos en vez de ganarles, y por supuesto ¡no se trata de comunicarnos a través de notas! sino de emplearlo puntualmente para ayudarnos a salir de alguna situación que quizás ahora mismo esté atascada, o de evitar gritos, o simplemente de generar una gran sonrisa.

 

¿Probamos a escribirles algo y ver el resultado?

 

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©Ana Isabel Fraga 2016. Todos los derechos reservados.