¿Tu hijo o hija ha dejado unas cuantas para Septiembre? ¿La tensión se masca en casa cada vez que hay que ponerse a estudiar, repasar, hacer ejercicios…? Entonces, apúntate estas ideas y ponlas en práctica:

Ni estudiar, ni hacer deberes, ni repasar es tu responsabilidad. Es la suya.

 

Si asumes esa responsabilidad no dejarás espacio para que tu hijo o hija la asuma. Simplemente se dejará llevar por lo que le digas o se rebelará. Y esta es una ocasión importante para practicar esta habilidad.

Esto no quiere decir que le abandones a su suerte ni se trata de pretender que sepa cómo, dónde, cuándo, por qué y para qué. No es un adulto.

De lo que se trata es de guiar y acompañar. 

 

¿Cómo podemos hacer esto?

  • Siéntate a su lado en un momento tranquilo y pregúntale cómo se siente por haber dejado esas asignaturas para Septiembre. Esta es una buena forma de comenzar una conversación sobre el tema sin que se sienta juzgado o reñido, por lo que con mucha probabilidad estará más abierto a escucharte y a buscar soluciones.

 

Es él/ella quien ha dejado la asignatura, no tú. Y seguramente tiene unos sentimientos hacia eso que es importante hablar, pues pueden ser causa de bloqueo, malestar y sensaciones de incapacidad por ejemplo.

  • Pregúntale cuál es su plan para recuperarlas. Puedes ayudarle siendo más concreta en las preguntas como: ¿cuánto tiempo a la semana/ día crees que necesitarás? ¿Qué hora del día te parece que estés más concentrado? ¿crees que te vendría bien una clase particular?, etc. De tal forma que lleguéis a un plan de acción. Si no se le ocurren ideas puedes sugerirle algunas.

Lo importante es que te des cuenta de que tu labor es guiar, no imponer. Y que lo que pretendemos es buscar soluciones efectivas y útiles, no reprochar o buscar culpables, porque eso ni funciona ni ayuda ni soluciona, sino que produce malestar y muros en la comunicación.

  • Acompáñale en la ejecución del plan. ¿Cómo? Recordándole la hora a la que se comprometió para hacer su tarea y siendo amable al hacerlo. Para ello usa gestos como señalar el reloj, preguntas del tipo ¿recuerdas a qué hora quedaste que empezarías a estudiar?…

 

Es posible que el plan no funcione bien o no todo lo bien que esperábamos, pero debemos dar un tiempo prudencial —quizás una semana— para probarlo. Después de ese tiempo podemos revisar si necesitamos hacer algunos cambio para que funcione mejor.

 

  • Ofrécele tu ayuda, no tu rescate. Es decir, si no entiende algo y necesita que le expliquemos por ejemplo, hazlo. No se lo resuelvas, dale las herramientas para que lo haga por sí mismo. Déjale claro en qué formas puedes ayudarle y en cuáles no, o en qué momentos puedes hacerlo.

 

Si se lo haces tú estarás trasladándole la idea —que tú no quieres trasladarle— de que no puede, no es capaz… Y por supuesto, no asumirá la responsabilidad. 

  • Si el plan no da resultado y parece que tu hijo/hija trata de escaquearse constantemente quizás debas sentarte a hablar con él/ella sobre las consecuencias que cree que pueden tener sus acciones. Esto debes hacerlo comenzando siempre por mostrar lo que observas y preguntar si le pasa algo, cómo se siente (esto es siempre fundamental para establecer conexión como te decía más arriba)

—Veo que en estos días está siendo muy difícil cumplir con el plan que habías hecho. ¿Te ocurre algo?

—¿Qué crees que ocurrirá en septiembre si continúas haciendo lo mismo que hasta ahora? (ojo con el tono, nunca debe ser de reproche, si no de curiosidad) ¿En qué modo te afectará esto más adelante? ¿Cómo crees que te sentirás?

—¿Qué podrías hacer para que te resultase más fácil cumplir con lo pactado? ¿Necesitas modificar algo? ¿Puedo ayudarte de alguna forma?

 

  • Compréndele. Ponte en su piel. Dejar asignaturas y no poder «pasar de todo» en verano es un rollo, así que machacarle, echarle en cara su falta de trabajo durante el año, reprocharle, reñirle, etc. no hará sino empeorar su estado de ánimo y nunca le ayudará a querer resolverlo, además de que levantará muros en la comunicación y la búsqueda de soluciones. Más bien usa la conexión, la comprensión y enfócate en buscar soluciones.

 

  • Anímale. Ayúdale a ver sus fortalezas, lo que ya se le da bien, lo que se está esforzando, lo que ha logrado, el empeño que le está poniendo…

 

  • Permite que disfrute su verano lo máximo posible para que no llegue agotado al nuevo año escolar. Disfrute y un poco de estudio se pueden compaginar.

 

  • Sé honesta con lo que sientes, tus sentimientos también son importantes. Dile lo qué te preocupa y por qué, pero también muestra confianza en que hará lo mejor para sí mismo. Esto es una expresión sana de las emociones y una excelente forma de facilitar la comunicación.

 

  • Libérate de lo que crees que tiene que hacer. No todos tenemos que sacar notazas, o hacer una carrera universitaria. Dejar que tome decisiones y mostrar confiar le dará algo mucho más importante: confianza en sí mismo/a. Esto, por supuesto, no significa dejarles sin guía, pues podemos ayudarles como os explicaba, a explorar las consecuencias de sus acciones, a tomar perspectiva de lo que quieren conseguir y el camino que deben seguir para ello…

 

Devuélvele la responsabilidad. Porque si la asumes tú tendrá fecha de caducidad. Si la asume él/ella se hará cada vez más fuerte.

@Ana Isabel Fraga 2019. Todos los derechos reservados.