«No se esfuerza lo bastante»

«No quiere estudiar»

«Nada le motiva»

«No es autónomo»

 «Hay que estar siempre encima para que haga algo»

«No participa»

«Se quita las tareas de encima haciéndolas muy por debajo de sus posibilidades»

«No está interesado»

«Se pasa el tiempo en su mundo»

«Le da lo mismo aprobar o no»

¿Te suena alguna de estas frases?

Desafortunadamente muchas familias con niños y niñas de aacc nos encontramos con estas dificultades.

Y el problema se hace mucho, pero mucho más grande, cuando tratamos de mejorarlo desde una interpretación equivocada de la situación. Porque si no entendemos las causas, poco podremos hacer para cambiar la situación.

Nos dejamos guiar, muchas veces, por voces que creemos experimentadas, pero… ¿lo son en niños y niñas de aacc? Ahí es donde debemos pararnos a reflexionar y darnos cuenta de que, aunque la intención sea la mejor, las soluciones que nos aportan no van a ayudar a nuestros hijos, y que incluso pueden empeorar la situación. Por mucho que esas soluciones ayuden a una gran mayoría de niños y niñas.

Podemos ver un mismo comportamiento o situación en distintos niñxs, pero eso no significa en ningún caso que la causa sea la misma y que por tanto, la solución deba ser la misma.

Por eso este artículo, en el que quiero daros algunas pistas sobre posibles causas para que esto esté ocurriendo. Ahí van unas cuantas posibilidades:

    • No aprendió a esforzarse: Si desde pequeño asimilaba los contenidos solo por lo oído en clase, sin tener que trabajar, sencillamente no aprendió cómo se estudia, cómo es eso de esforzarse. No sabe porque nunca lo ha puesto en práctica.
    • Si antes le salía solo y aprobaba sin ningún esfuerzo y ya no, piensa que es que en realidad no es tan listo, que ha sido un fraude todo este tiempo. Y rechaza el esfuerzo.
    • Su perfeccionismo paradójicamente le obliga a abandonar. Es más fácil dejar la tarea de lado que asumir que no la puede hacer como él o ella creen que es la manera de hacerlo, o eso es lo que piensa, que no puede. Sus ideales son tan altos que o resultan imposibles de lograr o simplemente no se cree capaz. Y se paraliza.
    • No cree ser capaz de cubrir las expectativas de su entorno (familia, profesores…) y de nuevo da un paso atrás. Mejor no intentarlo, así no tendrá que probar el amargo sabor de la derrota.
    • Interpreta el error como un fracaso, como una falta que no debe ocurrir, como un símbolo de su ineptitud y su incapacidad. Así que… ¿cuál es el mejor modo de no cometer errores? No intentarlo. Es un horrible arma de doble filo.
    • No entiende para qué le sirve lo que le están tratando de enseñar. Le parece absurdo, inútil… y lo rechaza, porque entender el porqué y para qué de lo que hace es vital para él/ella.
    • Se aburre de forma tan intensa que siente que se le va la vida por un agujerito. Las repeticiones, la lentitud, los repasos constantes  o la falta de interés en las tareas propuestas acaban con su paciencia y esto no es baladí en los niños con aacc. El aburrimiento resulta muy intenso, su cerebro «pasa hambre» y le arrastra a su mundo interior, a sus proyectos (esos que hará cuando acabe el colegio) o darle vueltas a situaciones buscando el estímulo que necesita, lo que le hará parecer despistado, desinteresado y hasta ansioso. Puede tener comportamientos disruptivos en el aula o negarse a participar. Insisto en este tema porque nombrar el aburrimiento como problema suele traer consigo comentarios del tipo: «Tiene que aprender a aburrirse, como todos», y es vital entender que existe una diferencia enorme entre el aburrimiento puntual y el aburrimiento sostenido, día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Más aún para esas cabecitas hambrientas de conocimientos (aunque no sean los académicos)
    •  Igual que necesita de mayor rapidez para algunas cosas, necesita de mayor lentitud para otras. Exigirle ir al mismo ritmo que sus pares le hará tener que ralentizarse mucho en algunas cosas y sentirse frustrado por no lograr lo que otros ya han conseguido. Puede que entienda una explicación a la primera y no necesite más, y también puede que organizarse o alcanzar autonomía le lleve más tiempo.
    • Haber intentado métodos para corregir la situación, basados como os decía más arriba, en entenderlo desde una perspectiva errónea, favoreciendo la mayor desmotivación.
    • Haber generado etiquetas destructivas sobre el niño o la niña desde bien temprano. El otro día unos papás me contaban que la profesora de su hija, cuando ésta tenía tan solo 3 años, les había dicho que si no le ponían remedio su hija acabaría siendo una NINI. Las razones para esta afirmación: que su hija se negaba a dibujar, colorear y hacer lo que el resto de niños y niñas de su clase. Y esto queda en la mente de los padres, que se asustan y les incita a tomar decisiones basadas en ello.
    • Que traten de «motivar» al niño/a de formas equivocadas. En una ocasión pedí ayuda a uno de los profesores de mi hijo mayor para que pudiésemos motivarle un poquito porque estaba realmente desmotivado con esa asignatura y lo que hizo fue decirle: ¿Y tú quieres ser policía? ¡Pues así vas listo! (en aquel momento quería ser policía) En vez de alentarle, animarle, señalar lo positivo, hablar con él… decidió que la presión, hacerle sentir que no hacía lo suficiente y alejarse de él con este comentario era una buena forma de motivarle. Y esto no es un hecho aislado. El concepto de motivación está algo desvirtuado.
    • No sentirse integrado, aceptado tal y como es, con sus aficiones y sus necesidades, e incluso sentir el rechazo directo de sus compañeros y/o de su entorno. Y cuando esto sucede podemos empezar a etiquetarnos de formas feas y equivocadas, a no querernos, a tratar de hacer lo que sea para que nos acepten, como ocultar nuestras diferencias y forzarnos a ser lo que los demás esperan.

Ahora que hemos visto algunas posibles causas para esta desgana, desmotivación y/o mínimo esfuerzo,

¿qué podemos hacer?

  • Comencemos siempre por entender las aacc, su forma de pensar, de sentir, de estar en el mundo, evitando etiquetas erróneas de su conducta que nos pueden llevar a tomar las decisiones equivocadas. No hay solución posible ni mejora sin esto. Por eso debemos formarnos y exigir formación en las personas con las que están nuestros hijos e hijas.
  • Paciencia. Quizás te lleve más tiempo del que creías, quizás el entorno te presione para que cumpla con las expectativas marcadas por su edad o por la mayoría. El ritmo de tu hijo es distinto. Más rápido para algunas cosas, más lento para otras. Y está bien.
  • Trabaja la inteligencia emocional. Nombrar lo que siente es el primer paso para comenzar a manejarlo y expresarlo nos ayuda a liberarnos de dolor y a integrarlo mejor.
  • Trabaja el perfeccionismo, la interpretación y gestión de los errores. Anímale a que intente cosas, y enséñale que no necesitamos ser siempre los mejores, o que está bien no ser un 10, que disfrutar de algo es muy importante también. Enséñale que el error es una forma excelente de aprender, cuéntale la historia de Edison que hizo cientos de intentos antes de lograr la bombilla y que de cada uno de esos «errores» aprendió para al final llegar a la tan ansiada bombilla, o que cuando aprendió a caminar antes se cayó unas cuantas veces… Háblale de tus errores y de lo que aprendiste, de cómo te han hecho la persona que eres hoy en día. En definitiva, dale la interpretación de que el error se puede aprovechar para mejorar y aprender y que todos, y digo todos toditos, cometemos errores porque forman parte de la vida, sin más. Enséñale a pedir disculpas, a tratar de reparar, a hablarlo y a centrarse en el aprendizaje.
  • Trabaja la frustración. Que no todo nos sale como queremos siempre que queremos y es un aprendizaje que requiere de tiempo para ser integrado, más aún en nuestros peques. Coméntalo, aprovecha cualquier oportunidad del día a día, o una peli, o un libro o un cuento… para hablar sobre ello. También tus propias experiencias personales, no como una lección de vida si no como un compartir. No le evites las frustraciones a toda costa, más bien acompáñale para ir manejándolas.
  • Enséñale a conocerse a sí mismo/a. Que sepa cómo es su cerebro de aacc, sus necesidades, aquello que le diferencia, el porqué de su forma de sentir, de pensar… Este es uno de los mayores super poderes que podemos regalarles: conocerse. Les ayudará a no etiquetarse injusta y negativamente, a pensar que son menos que los demás o que algo raro les pasa cuando se sientan diferentes.
  • Ayúdale a organizarse practicando todo el tiempo necesario. No te sientas presionada si tu entorno te dice que es hora de que sea más autónomo. Los pasos para lograrlo pueden ser los mismos pero los tiempos pueden ser más largos.
  • Practica también con él/ella formas de estudiar, usando imágenes, enseñándole a hacer esquemas… Es posible que te digan que ya es hora de dejarle solo pero puede que eso no ayude a tu hijx y que necesite más tiempo de acompañamiento y guía que otros niñxs.
  • Hazle ver el sentido práctico de lo que está aprendiendo, para lo que va a servirle en su vida. Así le hará entender el porqué esté más predispuesto a ponerse con ello.
  • Relaciónale los contenidos que le apasionan con lo que está estudiando de alguna forma. Es cierto que hace falta creatividad pero es una buena forma. Si está aprendiendo a sumar pero no le gusta y adora los Pokemon, úsalos para sumar.
  • Apóyale usando formas distintas de estudiar que no impliquen la repetición constante o que sean demasiado estáticas o teóricas. La práctica, el uso de apps o tecnología, el uso de imágenes, ver una peli o documental sobre ello, ir a la biblioteca a descubrir sobre ese tema, visitar un sitio… Imaginación al poder.
  • No le exijas un montón porque tiene aacc. Eso no quiere decir que deba ser un 10.
  • Deja tus expectativas sobre el tiempo que debe tardar en lograr algo (autonomía, organización…) de lado. No pasa nada por tardar más o por tardar menos. Solo son ritmos distintos. Nada más.
  • Ojo con creerte las frases lapidarias sobre quién llegará a ser o el fatídico futuro que le espera.
  • Habla con los profes de sus aacc y de todo esto. Desafortunadamente la mayor parte no suelen tener conocimientos sobre ello, pero no nos queda más remedio que seguir luchado por que nuestros hijos sean atendidos en sus necesidades distintas. De hecho, son considerados como de necesidades educativas especiales. Analizad juntos si algo de todo esto puede estar afectándole para poner medidas en ello.

Hay mucho más que esto, pero es una buena base para comenzar. ¿Por dónde vas a empezar?

©Ana Isabel Fraga Octubre 2021. Todos los derechos reservados.