—¡Soy malo mamá! ¡Lo hice mal! —dijo el niño llorando.

¿Cuál es la opción que suele tomarse en estos casos? ¿Qué solemos decirle al niño cuando expresa algo así’

OPCIÓN  «Ya te lo dije. Si me hubieses hecho caso…»

—Si me hubieses hecho caso esto no te habría pasado. Tienes que hacer caso de lo que te digo y ser más obediente. Venga, deja de llorar y la próxima vez ya sabes lo que tienes que hacer. ¡Hay que ver!

 

OPCIÓN «Cree en ti mismo. Busca solucionar, no castigarte»

—¿Qué crees que has hecho mal?

— Pegué a Pepito —respondió un tanto avergonzado.

—¿Te enfadaste mucho?

—Sí, ¡soy malo mamá!

—Pegar no está bien, pero eso no dice quien eres. Una cosa es lo que hacemos y otra quienes somos, cielo. No te juzgues con tanta dureza.

—Pero si lo hice mal es que soy malo…

—Claro que no. Y ¿sabes qué?

—¿Qué? —me preguntó mirándome a los ojos.

—Que este es el momento en el que tienes que ser amable y cariñoso contigo mismo, darte ánimos y decirte ¡adelante! Y después ponerte a buscar soluciones. ¿Qué te parece que podrías hacer para que Pepito se sintiese mejor?

—Pues… a lo mejor ir a pedirle disculpas.

—Eso suena bien.

—También voy a decirle que me enfadé mucho porque no me quiso prestar la pelota. A lo mejor le digo que hagamos turnos en llevar el balón al parque…

—Tiene buena pinta. ¡Cuéntame qué tal te fue!

 

Una de las formas de enseñar a un niño a amarse es hacerle ver que él no es su comportamiento, y que cuando cometa un error primero debe ser amable y considerado consigo mismo, no castigarse ni criticarse con dureza, sino entender que todos cometemos errores y que lo importante es aprender de ello y buscar soluciones, no hacerse daño.

Rompamos el círculo de ataque y derribo de uno mismo.

Rompamos el círculo de auto castigo.

Enseñemos a cambio la importancia de ver que los errores forman parte de todos y que lo que hagamos con ellos y lo que aprendamos es lo que realmente marca la diferencia.

 

 

© Ana Isabel Fraga Sánchez 2017. Todos los derechos reservados.