Pues sí, ¡¡dichosas pantallas!!

En mi casa son un tema recurrente, y es que a mis hijos les apasionan (como a casi todos, la verdad).

Dar con la fórmula para utilizarlas de formas saludables no es sencillo. Por un lado tienen aspectos muy positivos, y por el otro tienen aspectos negativos.

Así que, estaréis conmigo, lo primordial es obtener de ello todo lo positivo que tienen y evitar la parte que no lo es. Para eso, el uso debe ser adecuado, porque las «pantallas» en sí no son un problema. Lo es el uso que les demos y la cantidad de tiempo que pasemos frente a ellas.

Sus aspectos positivos son:

  • Vamos (estamos ya) en una era donde la tecnología es algo fundamental y probablemente los trabajos del futuro (y muchos otros ámbitos) no tengan mucho que ver con lo que hasta ahora hemos visto, por tanto conocerlas y manejarlas será probablemente esencial.
  • Entretiene y divierte.
  • Tenemos, gracias a ello, toda la información que queramos buscar. Es difícil no encontrar lo que necesitemos.
  • Nos permite mantener el contacto con personas que están lejos.
  • Nos permite organizarnos mejor (tenemos agendas, despertador, alarmas, aplicaciones de todo tipo para prácticamente todo lo que necesitemos, recordatorios…)

 

Sus aspectos negativos (si se usan inadecuadamente) son:

  • Generan adicción.
  • Se convierten en la única alternativa al aburrimiento. Cuesta encontrar otras opciones.
  • Los niños abandonan otras formas de juego, salen menos al aire libre…
  • Tenemos toda la información que buscamos (sí, ya sé que también está en los aspectos positivos, pero según del lado que se mire, o del uso que se haga, este exceso y acceso ilimitado también puede ser negativo)
  • Se deja de lado la conversación, el pasar tiempo juntos sin más…
  • Genera una ausencia crónica. No hay práctica en la habilidad de la escucha efectiva.
  • Estamos continuamente distraídos, lo que dificulta disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Bueno… y todo esto es solo una observación personal, pero si os ponéis a buscar información sobre estudios hechos al respecto podéis encontrar información más científica y concreta sobre las consecuencias del uso excesivo de las tecnologías en el cerebro de los niños, por ejemplo.

Pero la cuestión es…

¿Qué hacemos para regular el uso del ipad, la tablet, el móvil, la televisión, la Xbox, la nintendo… y demás dispositivos electrónicos?

No es tarea fácil, la verdad. Yo he probado muchas cosas. Todas ellas os las voy a transmitir, porque depende de vuestra familia, del carácter de vuestros hijos, de su edad…

Coged alguna y probad, hasta que encontréis la que os pueda funcionar mejor. Y tened en cuenta que nada funciona siempre, ni con todos los niños.

 

Tienes que dar ejemplo

Pues sí, ejemplo.

Muchos de nosotros, basta mirar en cualquier dirección y en cualquier sitio, estamos pegaditos al móvil, que se ha convertido en algo indispensable.

Yo digo a veces, que ya lo de menos es la llamada. Y es que el móvil ya no es un simple teléfono.

Es donde buscamos dudas, donde estamos en contacto con amigos y familiares, donde revisamos nuestras redes sociales, donde tenemos el grupo de las madres/padres del cole, del AMPA, de los compañeros del trabajo, y a saber cuántos más.

Es el testigo de nuestra vida, desde donde tomamos fotos, sacamos vídeos… E incluso es pieza fundamental del trabajo o la proyección de muchas personas (cada vez más).

Es nuestro aparato de música, nuestro contador de pulsaciones y de kilómetros andados, nuestra agenda…

Lo ponemos sobre la mesa cuando comemos, en la mesilla al dormirnos (es el despertador), brincamos cuando vibra en nuestro bolsillo, y nos crea cierta ansiedad (o ansiedad a secas) cuando no podemos contestar. Porque genera en nosotros un sentimiento de urgencia, de atender… Y claro, dado que los mensajes de tantos grupos y redes sociales son un literal bombardeo, nuestro sistema nervioso está que da botes.

Pero… al mismo tiempo nos proporciona ese placer al que no podemos renunciar. O al que nos cuesta un mundo renunciar.

 

Hay toda una vida paralela en un «cacharrito» tan pequeño que cabe en nuestro bolsillo.

 

Así que yo, que como sabéis gran parte de mi trabajo es online y cuando tengo presencial hay que preparar las presentaciones, los apuntes… (eso sin contar cuando me pongo a escribir, que también lo hago en el ordenador) me pasaba muchas, pero que muchas horas delante del ordenador. Eso sí, con el ipad y el teléfono al lado. ¡Una locura!

Y tuve que empezar por ahí.

Y me diréis, ya… pero si trabajas con el ordenador ¿cómo vas a restringir?

Bueno, pues me di cuenta de que había muchos ratos que estaba perdiendo el tiempo, así que he tratado de ser más efectiva a la hora de trabajar, de no entretenerme tanto con las redes sociales (cada vez menos), de silenciar grupos muy activos (ya los miraré de golpe cuando tenga un ratito) y de eliminar todo lo accesorio, inútil y roba tiempo en cuanto a pantallas y tecnología se refiere.

Además procuro organizar el trabajo para que los niños no estén viéndome cada rato ir al ordenador o estar con el móvil (esto último me está costando más pero vamos avanzando).

Me di cuenta de que estaba totalmente absorbida por esta vida paralela. Y es que todo esto nos ha cogido por sorpresa a nuestra generación, y nos toca aprender a gestionar este impresionante BOOM, que previsiblemente seguirá creciendo y creciendo. Porque todo esto puede ser muy positivo, siempre y cuando aprendamos a manejarlo.

Así que contéstate a estas preguntas:

¿Cuánto tiempo estás tú con la tecnología cada día? 

¿Que están viendo tus hijos en tu forma de actuar ante esto? 

¿En qué momentos vas a restringir el uso de la tecnología?

¿De qué puedes prescindir? 

¿Qué puedes dejar de mirar continuamente?

 

Sé sincero/a contigo. No podemos pedirles a los niños lo que no somos capaces de hacer nosotros, porque básicamente no lo tomarán en serio, porque no es justo y porque no es coherente. Resumiendo, es fácil que no salga bien (el mensaje será contradictorio)

 

Recuerda que lo que haces tiene más impacto en ellos que lo que dices

 

 

Llegad a acuerdos

Sobre la forma de llegar a soluciones juntos puedes leer este otro artículo AQUÍ.

 

Ten en cuenta que es importante que les expliques a tus hijos con claridad por qué no es interesante el abuso de las nuevas tecnologías.

 

Puedes explicarles algo que has leído sobre los efectos negativos que tiene en su cerebro, o decirles que echas de menos charlar con ellos más y que te gustaría recuperar eso. Cuéntales que correr, saltar, inventarse juegos… es importante para su salud y su crecimiento.

No lo hagas en tono aleccionador, sino con la expresión de tu preocupación por la situación. Luego asegúrate de que te han entendido y buscad las posibles soluciones entre todos. Decidid horarios en los que podrá usarse y la cantidad de tiempo. Y todo aquello que consideréis oportuno.

Deja que tomen decisiones, pero siempre dentro de los parámetros marcados por el sentido común. Si proponen 2 horas al día de lunes a domingo, eso no es una propuesta aceptable. Busca información sobre el tiempo límite adecuado (hay multitud de artículos y estudios que podéis leer) y hablad de ello teniendo esa información en la mano.

Discutid la edad apropiada para tener un móvil y por supuesto enseñadle a usarlo si ha llegado el momento. Con esto no me refiero a cómo bajarse aplicaciones, hacer una llamada o enviar un wathsapp (porque eso ya lo saben seguro). Me refiero a conocer las «reglas» de este mundo paralelo: la importancia de entender que lo que se sube a la red puede ser ilegal, o causar daños a otros; no facilitar información a extraños… Fijad las reglas de uso, sed claros y firmes.

Podéis ponerlo por escrito o hacer una cartulina con dibujos… que os recuerde las normas aceptadas. Y revisad una semana después si se están cumpliendo o hace falta una revisión.

Con los niños pequeños vosotros sois quienes debéis tomar la decisión de cómo y cuánto es lo permitido y de manteneros firmes en ello.

 

 

Simplemente evítalo proponiendo otras actividades

El «mamá, me aburro, ¿me dejas tu móvil?», o algo similar, es cada vez más frecuente. El móvil sieeeeempre está ahí. Hasta en la playa. Lo llevamos a todas partes con nosotros, así que es un recurso rápido para mitigar el aburrimiento (lee aquí un artículo sobre la importancia de no entretener constantemente a los niños), pero… podemos ofrecer otras alternativas.

Empezar algún deporte o actividad fuera de casa puede ayudar a separarse un poco de tanta pantalla. Quedar con amigos, ir al parque, salir con la bici o el patinete, pasear, ir a la biblioteca, leer juntos un libro, jugar a algún juego de mesa, cocinar, charlar, hacer manualidades…

Y a los niños pequeños además les puede servir que les distraigas, para redireccionar  su atención.

¡Vamos a echar una carrera!

Coge las pinturas. ¡Vamos a dibujar!

¿Que se te ocurre a tí? ¡¡Creatividad al poder!! 🙂

 

Retíralas

Si los acuerdos no están funcionando y te encuentras al niño jugando con la Xbox cuando habías pactado que entre semana no se podía, entonces simplemente retírala y vuelve a ponerla cuando sí es el momento de jugar con ello.

Eso sí, asegúrate de haberlo hablado antes, para que no lo tomen como lo que no es. No lo retires de malas pulgas ni cabread@. No es un castigo ni una represalia, sino una ayuda para que se puedan cumplir los acuerdos. Como cuando no compramos chocolate para no tener la tentación de comérnoslo 😉

Sé amable, cariños@ y empátic@. Porque no es fácil.

 

Solo tienes que mirar lo que probablemente te ha costado a ti hacer el esfuerzo de reducir su uso. Eso te ayudará a ver lo difícil que es también  para los niños.

 

Como os digo, en mi casa ha requerido un buen esfuerzo por parte de todos y seguimos esforzándonos. Y es que con la tecnología, poco a poco y sin darte cuenta, terminas un poco atrapado, así que ¡manos a la obra!

Si tenéis más ideas por favor compartidlas dejando un comentario. Creo que a todos nos ayudarán.

 

© Ana Isabel Fraga Sanchez 2017. Todos los derechos reservados.