No es algo que se exprese con palabras, sino algo que se da por sentado. Unas normas dictadas en silencio que muchos nos hemos esforzado por cumplir en aras de representar lo que se espera de nosotr@s.

Un lastre que se ocupa de arrastrarte al último puesto de la lista de quehaceres, deberes, obligaciones y necesidades de los otros. Un último puesto al que no suele llegarse.

Y eso con suerte, porque a veces esta pesada carga directamente te saca de la lista, y sencillamente, dejas de estar presente, tus necesidades dejan de estar presentes. Nunca llega tu momento.

¿Dónde nos deja esto?

Nos deja en la cuneta. No sólo es una cuestión de no cubrir nuestras propias necesidades, es algo más, es la falta de respeto hacia nosotr@s mism@s. Y es que no solo terminas agotad@, frustrad@, enfadad@, estresad@… Además terminas sintiéndote mal contigo mism@.

¿De dónde viene esta idea?

Según mi opinión esta idea proviene de la creencia de que amar es dar sin medida a aquel al que amas , y que cuanto más des y más te olvides de ti mejor. Más loable es, más digno de admiración es…

Pero el amor debe comenzar por uno mismo.

Y aquí nos encontramos con otra de esas creencias que nos rechinan. ¿Cómo que amarme a mí mismo? ¿Me estás sugiriendo que solo mire para mi? ¿No es eso egoísmo?

Ya lo decía el Dalai Lama, la compasión ha de empezar por ti. De otro modo no sirve de mucho.

¿Cuáles son los perjuicios de una mentalidad de sacrificio?

Demasiados.

Hacia tí

Comenzando porque tu salud se acabará viendo resentida, también tu autoestima, pues cuando desprecias tus necesidades y antepones siempre las de los demás acabas por minar aquello de «yo soy valioso»

Hacia los demás

¿Dónde queda la paciencia?

¿Dónde quedan las ganas de jugar con los niños?

¿Dónde quedan las ganas de reirse o de tomarse las cosas con menos seriedad?

¿Crees que podrás escoger las palabras o los actos en un momento difícil o que simplemente reaccionarás?

¿Crees que esto te deja ser la mejor versión de ti misma?

¿Qué ejemplo/creencias estamos ofreciendo a los niños? ¿Aprenderán a cuidar de sí mismos? ¿Cuando sean adultos adoptarán esta mentalidad también? ¿Y ahora que son niños no interpretarán que amor significa que la otra persona lo haga todo por uno y se olvide de sí misma? ¿Aprenderán a respetar las necesidades de los otros?

Me duele ver a tantas personas ahogadas por la falta de amor a sí mismas, e influenciadas por esta mentalidad silenciosa pero presente en casi todas partes, igual que un virus.

Quizás haya llegado la hora de romper el círculo y comenzar a mostrar a nuestros hijos que el amor por uno mismo no solo no es egoísmo, sino una obligación para con nosotros y los niños, pues de ese cuidado nace una verdadera educación consciente. 

De otro modo no es posible.

¿Cuántas veces te ocurre esto?

¿Cuántas veces sientes que no puedes más?

Es cierto que hay muchas cosas que no podemos elegir, que a veces las obligaciones mandan porque no queda de otra. Pero también es cierto que hay muchas otras que sí podemos escoger, como hablarnos a nosotras mismas con cariño, dedicarnos unos momentos, derribar creencias que no nos dejan avanzar ni ser nosotras mismas, prescindir o posponer tareas que a pesar de no ser tan importantes nos obligamos a hacer para cumplir con ese requisito de perfección que tantas veces nos imponemos.

Podemos delegar algunas cosas, pedir ayuda, y subir nuestro puesto en la lista. Podemos cambiar la mentalidad del sacrificio, podemos comenzar a relacionarnos con nosotras mismas de otra forma, podemos comenzar a amarnos y considerarnos tanto como amamos y consideramos a los demás. Podemos dedicar tiempo al Autocuidado.

Yo lo he sentido en bastantes ocasiones. Porque a veces todo se hace cuesta arriba, y estás agotada; o te enfrentas a la enésima situación difícil en la semana, o buscas y rebuscas la forma de mejorar algo y no terminas de dar con ella…

¿Te pasa a tí?

Quiero ofrecerte algunas ideas que quizás te ayuden en esos momentos. Que te sirvan a ti para comprenderte, apoyarte y moverte en la dirección de la aceptación. Que me sirvan a mi para ponerlas por escrito y recordarlas también.

Déjate sentir. Acepta tus sentimientos y tus pensamientos.

Acepta tus sentimientos sin juzgarlos ni juzgarte. Sentir es sentir, no es bueno ni malo. Y pensar, igualmente, no es bueno ni malo.

Ni tú eres tus sentimientos, ni eres tampoco tus pensamientos. Eres mucho más que eso. Déjalos fluir, déjalos pasar. Obsérvalos. No te enganches a ellos ni los alimentes.(lee aquí un artículo sobre esto)

No te apures; sentir o pensar que quieres salir huyendo e irte a una isla desierta no es ni raro ni malo. Es simplemente humano. Punto. 

No te define como persona ni como madre o padre.

Analiza qué parte de ti está al límite

¿Físicamente estás al límite? ¿Te cuesta todo muchísimo?

¿Te sientes desanimada, triste, frustrada…?

¿Tus pensamientos te machacan minuto a minuto sobre lo mal que lo estás haciendo, las cosas en las que has metido la pata…?

Cuando tengas tus conclusiones sabrás qué parte de ti es la que necesita mayor atención. Enfócate en mejorarla. Y si es más de una, entonces, paso a paso: escoge por cuál comenzar y ve a por ello.

Comienza por tí

Cuando todo está en caos, comienza por ti. Encuentra la forma de hacer que mejore tu descanso, tu paz mental, tu tranquilidad… Date la importancia que realmente tienes. Cuida de ti.

¿Qué puedes hacer esta semana para cuidar tu parte física? ¿Podrías mejorar tu alimentación, moverte un poco más, relajar tus músculos doloridos…?

¿Y por tu parte mental? ¿Te gustaría empezar a estudiar algo, a leer? ¿Necesitas aprender a no engancharte con los pensamientos que te producen dolor?

¿Y en lo emocional? ¿Cómo te sientes? ¿Te vendría bien hablar con alguien en quien confíes, estar a solas algún rato al día, escribir en un diario lo que estás experimentando…?

Si necessitas ayuda descubre cómo puedo ayudarte AQUÍ

© Ana Isabel Fraga Sánchez 2017. Todos los derechos reservados.