Conocerse mejor es la base para todo. Para educar también.

 

Y lo siento si pensabas que con aprender unas cuantas técnicas de comunicación o algunas herramientas para educar estaba bien.

Eso no te llevará a ninguna parte sin el trabajo en ti misma. Sin conocerte mejor y aprender a manejar tu interior.

¿Sabes por qué?

Porque si tú no sabes cómo manejarte ante el enfado perderás la paciencia muy a menudo y tirarás por la borda cualquier técnica que hayas aprendido. Simplemente será información sin sustento para llevarla a cabo.

Y a todos nos ha pasado. Nuestro hijo o hija tienen un mal comportamiento (o lo que interpretamos que es un mal comportamiento) y buscamos qué hacer. Las preguntas que nos hacemos suelen ser:

  • ¿Qué hago para que no siga comportándose así?

  • ¿Qué herramientas puedo utilizar?

  • ¿Cómo puedo enseñarle a que no haga eso?

  • ¿Qué necesita aprender el niño o niña para lograrlo?

 

Y no es que esté mal plantearse estas preguntas, es que son insuficientes y sobre todo inútiles si antes no hemos pasado por las siguientes:

  • ¿Cómo puedo manejar mis emociones mejor para tener más paciencia y actuar con calma?

  • ¿Cómo puedo situarme en el estado mental que me ayude a manejar esta situación con más recursos?

  • ¿Qué tengo que modelar (dar ejemplo) y por tanto aprender ante yo para que la información le llegue mejor?

  • ¿Qué partes tengo que mejorar en mí?

  • ¿Cómo puedo crecer más y convertirme en la mejor versión de mí misma?

No hay un atajo para esto. Pero lo habitual es querer colarse por los atajos.

 

Es como tratar de empezar una casa por el tejado, sin pilares, sin nada que lo sustente. Los derrumbes serán constantes, llegará el agotamiento por el esfuerzo (mal dirigido) y finalmente abandonaremos con la absoluta certeza de que esta educación no funciona, o al menos no funciona para tus hijos.

 

Para mí todo empieza por aquí.

Después de haber pasado por mi proceso personal, en el que educar a mis hijos intensos me hizo sentir desbordada, centré muchos de mis esfuerzos en estudiar sobre el cerebro (pero no solo el del niño), la mentalidad de los líderes, las emociones, mi propia sensibilidad, los pensamientos, las creencias, los estados emocionales… Y eso me hizo ver todo desde una nueva perspectiva.

 

Bien es cierto que muchas veces las familias comenzamos buscando esas herramientas educativas que nos saquen de la situación/comportamientos que estamos viviendo y acabamos dándonos cuenta de que para aplicarlas hace falta el trabajo en nosotros mismos. Así que no está mal comenzar por ahí, es una puerta de entrada.

Pero recuerda, sin ponerle esfuerzo a esa otra parte, todo se caerá por su propio peso, puesto que no hay pilar que lo sustente.

En esto baso mis cursos y asesorías. Todo empieza por ti.

 

© Ana Isabel Fraga 2020. Todos los derechos reservados.