Si tu hij@ llora mucho antes de quedarse dormido/a, si parece que no tiene ni gota de sueño, o si está cansadísim@ pero aún así se resiste a dormir échale un vistazo a cada uno de los siguientes puntos.

Es posible que te den pistas para averiguar cómo puedes mejorar la situación.

 

 

Recuerda que la observación es la base, y que el llanto es su forma de comunicarse.

 

 

¿Qué tal ha sido su día?

Vigila la actividad que ha hecho ese día. Quizás pueda parecer a priori que no ha sido excitante, pero para saberlo realmente ponte en la piel de tu hijo, es decir, trata de verlo desde sus ojos.

Puede que para un adulto salir al supermercado a hacer la compra durante media hora, luego ir a casa de una amiga un ratito y después quedar con los primos no sea nada del otro mundo y de hecho pueda parecer un plan estupendo incluso. Pero si lo miras desde sus ojos verás que el supermercado no es solo un sitio donde comprar, es un lugar lleno de luces, colores, ruidos y estímulos; tu amiga le hace mil carantoñas que te encantan pero a lo mejor a él le han puesto nervioso o si quizás los sitios nuevos le estresen y necesita tiempo para acoplarse, también le sobre excite; y los primos… que hacen tanto ruido…

 

En fin, no quiero decir con esto que te quedes en casa encerrada ni nada de eso. Es simplemente un ejemplo para ver que debemos observar su día a día desde la mirada y necesidades del peque, que distan de las nuestras.

 

¿Qué hacéis los momentos anteriores a dormir?

Baja los niveles de actividad, la luz, incluso el tono de voz… para ir haciendo sitio a la relajación de una forma paulatina. No le lleves a dormir de repente pasándolo de una actividad movida a tratar de que duerma.

Lo mejor, observar qué actividades ayudan a tu niño a ir entrando en la relajación, porque como sabemos cada niño es un mundo entero y lo que a uno le relaja a otro no. Yo recuerdo que a mi hijo mayor ,cuando era un bebé, los cuentos le ponían nerviosísimo tratando de cogerlo, pasar las hojas… los colores le hacían botar… jeje, así que nos dimos cuenta de que antes de dormir mejor otra cosa. Por eso la observación de la individualidad de tu hij@ para este punto y para todos los demás es fundamental.

Ten en cuenta siempre su temperamento y su individualidad única

¡Píllalo a tiempo!

Observa sus señales de sueño (torpeza en los movimientos, mirada fija, bostezos…) Tú sabes mejor que nadie qué signos indican que tu hijo empieza a necesitar un descanso.

Si te pasas del primer momento del sueño a veces, con algunos peques, luego resulta muy muy difícil que se relajen, así que ¡atent@! y al primer síntoma reacciona comenzando a buscar la relajación.

 

¿Las condiciones son adecuadas?

¿Hay algo en el lugar donde duerme que pueda estar impidiendo que se relaje? Si hay luz puede que le moleste, o por el contrario quizás una oscuridad muy intensa (quizás necesite una ligera lucecita)

Vigila también otras condiciones como la temperatura de la habitación, los ruidos, el grosor del colchoncillo si duerme en una cuna o alguna otra cosa que pueda estar haciéndole sentir incómod@ (si es muy sensible sensitivamente podrían estar molestándole etiquetas, hilos, costuras, e incluso olores…)

 

¿Está demasiado cansado?

El exceso de cansancio también puede provocar que al peque le cueste relajarse y acabe llorando mucho. Vigila que haga las siestas que necesita durante el día y que su hora de acostarse no sea muy tardía.

Un buen truco es observar con detenimiento cómo se encuentra a última hora de la tarde. Si lo vemos irritable seguramente no ha descansado lo suficiente y nos tocará trabajar un poco esas siestas tratando de alargarlas un poquito o buscando añadir alguna (siempre basándonos en la observación de sus signos de sueño a lo largo del día). Quizás un pigazín (siestina cortita, que decimos aquí en Asturias) antes de esa última hora de la tarde pueda ser una buena idea.

 

¿Está demasiado activo?

Quizás ocurre justo lo contrario, que simplemente no tiene sueño a esa hora. Puede ser porque ha dormido mucho durante el día o quizás porque necesita alargar la hora de irse a dormir o porque la hora de levantarse por la mañana es tardía (y eso suele atrasar todo lo demás). Revísalo y trata de ir modificando siempre poco a poco lo que creas que pueda estar ocurriendo.

Es decir, que si te das cuenta, por ejemplo, de que su hora de levantarse por la mañana es muy tardía no trates de cambiarlo de un día para otro, sino que ve despertándole 10 minutos antes cada dos o tres mañanas hasta que veas cómo se va ajustando el resto del día. De esta forma el cambio será tan paulatino que el peque ni lo notará, y tú podrás ir moviendo las siestas también poco a poco.

Pero también podría ocurrir que no esté usando toda la energía que necesita usar durante el día. ¿Es posible que necesite más movimiento, más práctica de todas las habilidades que está adquiriendo? Si te parece que es así dale las oportunidades para ello.

 

Vigila si es posible que se encuentre mal

Si le duele algo, si está malito.

 

¡No tengo tiempo para dormir! Hay mucho que hacer

En muchas ocasiones cuando están adquiriendo nuevas habilidades como gatear, caminar… la necesidad de practicar es tremenda, porque esto supone un descubrimiento increíble y pararse a dormir parece una pérdida de tiempo.

A mi siempre me gusta compararlo con la idea de que a nosotros, como adultos, nos regalan un jet privado. Uffff, a ver quien duerme pensando en el próximo viaje que vamos a hacer. ¡Las posibilidades son infinitas! No parece el mejor momento para dormir, ¿verdad? 😉

 

Estoy mallao

Esta es una expresión asturiana (o al menos lo decimos mucho por aquí) y la usamos cuando estamos agotados agotados (o sea, agotados al cuadrado, jeje).

Pues el bebé, sobre todo cuando está en ese proceso de práctica de habilidades recién descubiertas puede sentirse así: mallao. Y esa sensación de gran cansancio puede producir que le cueste dormirse, a pesar de que muchas veces se oiga aquello de «cuanto más cansado mejor dormirá». No es cierto.

 

Demasiado cansancio puede estorbar el sueño

 

Seguro que a ti te ha pasado alguna vez, que de tan cansad@ te ha costado pillar el sueño.

 

Ojo con la tecnología

La televisión, las tablets, los móviles y demás… no son apropiados para los pequeñines y de hecho puede alterarles, así que mejor déjalos de lado hasta que sean más grandecitos y con mesura (mucha mesura).

¿Es posible que tenga miedo?

Si se ha quedado llorando a solas, si está en esa fase del miedo al abandono que se da aprox. entre los 7 y los 10 meses de edad (el peque tiene miedo a que no vuelvas) o si ha tenido alguna pesadilla anterior puede estar afectándole para no querer ir a dormir, es decir, temer el momento del sueño.

En una próxima entrada os hablaré de qué hacer ante los miedos de los niños. Sobre las pesadillas y sus ecos tenéis información en el link en rosa.

 

¡Atiende siempre su llanto!

Sí, siempre.

Como te decía al principio el llanto de tu bebé es su forma de expresión. Tanto el llanto como su expresión corporal (gestos, movimientos…) son las formas en las que nos «dice» lo que necesita y está ahí para ser escuchado, para tratar de descifrarlo y actuar en consecuencia con lo que hayamos observado.

 

Por otro lado además atender las emociones que implica el llanto es fundamental.

 

Abrazar, consolar, acariciar, hablarle con voz suave tratando de transmitirle tranquilidad… son formas de conectar y ofrecer seguridad.

 

 

¿Habéis observado vosotros alguna otra cosa que pueda estar afectándole a su sueño? ¿Qué hacéis para mejorar estas situaciones? Contádmelo en los comentarios.

 

©Ana Isabel Fraga 2017. Todos los derechos reservados.