«Esto no funciona con mi hijo»
«Ya he probado todo y nada me funciona»
«Por más que le castigo da lo mismo»
«No hay manera. Y mira que se lo repito»

 

¿Te suena alguna de estas frases?

Cualquiera de ellas expresa la impotencia de no poder lograr los objetivos que buscamos con nuestros hijos, ya sea que recojan su habitación, que se levanten a tiempo, que no peguen, que apaguen ya la consola…

 

¿Qué esta pasando? ¿Por qué no lo consigo?

Cuando escucho estas u otras afirmaciones sé que casi seguro se debe a alguna de estas tres razones:

 

Tus expectativas no son adecuadas

Lo primero que debes preguntarte es si lo que estas pidiendo a tus hijos/alumnos es viable, posible y/o está dentro de sus capacidades o momento evolutivo.

Habitualmente recibo consultas y puedo ver que en algunas de ellas las expectativas de los adultos superan con creces las posibilidades del niño. Recuerdo por ejemplo el mail de una mamá realmente preocupada y desesperada por que su bebé de muy pocos meses no dormía toda la noche del tirón. O, quizás mucho más común, pretender que un niño de 2-3 años controle ya sus emociones intensas o que comparta y empatice tal como lo haría un adulto.

El cerebro del niño está en formación, en «obras». Especialmente esa parte en la que planificamos, empatizamos, controlamos las emociones, tomamos decisiones…

A veces también pretendemos equiparar lo que puede lograr un niño o niña simplemente teniendo en cuenta su edad, lo que puede resultar igualmente en expectativas no realistas, pues es importante tener en cuenta mucho más que eso: su personalidad e individualidad. Así, un niño de dos años tranquilo, al que no le cuestan mucho los cambios podrá reaccionar y adaptarse de formas diferentes al comienzo de la escuela infantil que un niño de su misma edad que es muy sensible a su entorno y a esos cambios.

 

Por lo tanto, tenemos que ayudar desde el conocimiento de estas situaciones y tener unas expectativas adecuadas.

Las formas de hacerlo no son adecuadas

Quizás los «métodos» que estás usando no son efectivos, quizás no son adecuados.

Pregúntate, ¿te alejan o te acercan a tu hijo? ¿Son esos «métodos» entrenamientos para lograr habilidades o más bien reacciones del momento? ¿Estás teniendo en cuenta la personalidad de tu hijo o hija a la hora de escoger cómo hacer las cosas?

¿Te hacen sentir bien contigo mism@ o no?

 

Se están formando las «raíces»

Si tus expectativas son adecuadas, si lo que estás haciendo te acerca a tus hijos y es un entrenamiento en habilidades pero no ves que haya ningún resultado, entonces escucha la historia que oí el otro día de boca de Verónica de Andrés (coautora del best seller Confianza Total). Te la cuento con mis palabras:

El bambú japonés es una planta especial; su semilla se planta en la tierra como todas, se la riega como a todas… pero mes tras mes, año tras año, y a pesar de todo el cuidado que se le pone no parece que nada tenga resultado, pues nada asoma desde la tierra. 
Quizás penséis qué es lo que tiene de especial esto. Pues bien, aproximadamente 6 años después de haber sido plantada de pronto, un día, sale al exterior. Y en tan solo un mes ¡crece más de 30 metros!
¡Increíble! Si te sientas a mirarla casi puedes verla crecer, pues aumenta su tamaño en cinco cm. por hora.
Y esto es lo que pasa: la planta no estaba dormida, estaba creando unas raíces fuertes y poderosas. Por eso, una vez que asomó fuera de la tierra su crecimiento fue vertiginoso.

Es un símil maravilloso, porque así es con la educación consciente: plantamos, regamos, cuidamos… y un día por fin veremos esa planta.

Por eso, si aún no ves resultados ¡dale tiempo!

Estás creando raíces poderosas en tus hijos/alumnos. La información está calando, las creencias sobre su valor y sus capacidades se están tejiendo, las habilidades como una casa construyéndose ladrillo a ladrillo.

Y un día, de pronto, empezarás a verlo y sentirás que ha merecido la pena (y no será tanto tiempo como el bambú japonés 😉 )

 

P.D: Esto es aplicable a la educación y a cualquier objetivo en tu vida, así que revisa tus expectativas y métodos para lograrlo; cambia lo que tengas que cambiar y después ten paciencia.

 

Construye, sólo construye.

Con entusiasmo, esfuerzo y un buen plan puedes lograrlo 😉

 

© Ana Isabel Fraga Sánchez 2016. Todos los derechos reservados.