Hace unos días tuvimos en casa una situación desagradable en la que mi hijo pequeño estaba de un humor de perros, nos trató mal, especialmente a mí. Yo me sentí muy dolida.

Y esto es lo que ocurre cuando algo nos hace daño, nos sentimos dolidos. Cuando nos insultan o nos tratan de mala manera nos sentimos dañados.

Y cuando nos sentimos dañados ¿qué es lo que solemos hacer?

¡Atacar!

¡Vengarnos!

¡Devolver el dolor!

Sí, es así. Es lo que Rudolf Dreikurs identificaba como el comportamiento resultante de una meta de venganza (puedes leer más sobre lo que hay tras los malos comportamientos en este otro artículo) y leer especialmente el cuento de Perdigón el Lobo en mi libro Cuentos Iceberg.

Conocer todo esto es una enorme ayuda para primero entender cuál sería la reacción natural y no pensada: el impulso, cuando uno se siente herido.

Es decir, si me siento herido voy a tratar de herir. Salvo que me pare, respire y acceda al conocimiento que hay en mí.

¿Qué hubiese ocurrido si sigo esta reacción?

Habríamos entrado en una lucha de poder. La situación habría empeorado y la distancia entre nosotros también. No habríamos resuelto el problema, sino que nos habríamos revolcado en la superficie.

Así que con un gran esfuerzo por mi parte (porque no es nada fácil resetear en ese estado) hice lo siguiente:

  1. Respirar hondo sabiendo que reaccionar no traería nada bueno. Darme un momento.
  2. Reconocer que probablemente si el niño a reaccionado hiriendo es porque algo le ha dolido a él, o quizás tenga un mal día. Pero algo pasa. Lo importante por tanto es ir a la causa para solucionar las consecuencias.
  3. Cuando estuve algo más calmada fui sincera con cómo me sentía: «Me siento dolida. No me gusta que me contestes de esa forma ni que me trates mal. Tampoco me gustan los insultos. Creo que te pasa algo y me gustaría saber qué es. Quizás he hecho algo que te ha dolido a ti» Su reacción fue no querer contestarme. Entonces le dije «Te quiero mucho y me importas. Quiero resolver esto juntos» Esto es determinante cuando un niño (o adulto) se siente herido. Es magia, las barreras suelen disolverse, la comunicación se restablece.

Cada uno tiene su forma de percibir el mundo y es posible que el niño se sienta herido por algo a lo que nosotros no daríamos importancia o lo hemos pasado totalmente por alto. La sensibilidad de la otra persona es determinante para entenderlo. Un mismo comentario o acción puede no resultar del mismo modo para dos personas distintas, pero entender que una reacción de venganza y daño hacia el otro proviene de una herida nos ayuda a acercarnos al niño y empatizar con lo que siente aún cuando nosotros no percibamos lo mismo.

Es cierto que hace falta una dosis de conocimiento sobre el porqué del comportamiento, de ver más allá y de estar dispuesto a actuar (que no reaccionar) de otras formas.

¿Por qué hago esto?

  • Esto me acerca a mi hijo, no me aleja.
  • El rencor se disuelve puesto que lo hablamos desde una posición de cariño y empatía.
  • El se da cuenta de que los problemas se pueden trabajar de forma conjunta y que no es necesario hacerse daño.
  • Aprende que podemos expresar lo que sentimos de forma respetuosa.
  • Percibe que mi amor es incondicional, que mi relación con él es más importante que cualquier otra cosa (como tener la razón)
  • Entiende que ese comportamiento me daña y que podemos hablarlo y buscar soluciones sin usar la culpa.
  • Entiende que mis sentimientos también son importantes. Tanto como los suyos, pues he tenido ambos en cuenta, lo cual es respetuoso para ambos.
  • Yo puedo entender mejor qué le hace daño y me da la oportunidad de disculparme, aunque haya sido algo a mis ojos (o a ojos adultos) sin importancia o de lo que no fui ni consciente.

Entonces, te invito a reflexionar con estas preguntas. Tómate tu tiempo para contestártelas.

¿Qué habilidades crees que surgirán de aquí para tus hijos?

¿Qué habilidades crees que saldrán de aquí para ti?

¿Qué crees que ocurrirá con los conflictos familiares si la mayor parte de las veces utilizas este recurso?

Hacer esto no es fácil como os decía al principio. Nosotros, los adultos, sentimos esa necesidad de venganza también cuando nos han herido (si no piénsalo un poco y te darás cuenta de muchos ejemplos a tu alrededor).

Pero ahora tienes esta información que te ayudará a que al menos, más de la mitad de las veces puedas lograrlo. Esto inclinará la balanza significativamente.


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