La semana pasada una mamá me preguntaba esto:

¿Es conveniente que aunque les expliquemos que no hay nada de malo en ellos,

les digamos que para convivir en sociedad es mejor que no sean ellos mismos?

Por un lado, esta madre está mostrando un tremendo sufrimiento al ver cómo las diferencias de su hijo le provocan sufrimiento, un sufrimiento que por supuesto le gustaría evitarle.

Sabe que a su hijo no le pasa nada malo, que solo es diferente, pero también sabe que la sociedad no le acepta así y a veces la solución más lógica que se nos ocurre en primer término es animarle a que se enmascare, a que trate de encajar evitando ser quien es para así no ser dañado.

Sin embargo, el solo hecho de animar a enmascararse tiene un efecto negativo de raíces profundas:

La creencia de no ser aceptable, adecuado, suficiente, valioso per se.

Otro efecto secundario es alejarse del autoconocimiento, del quién soy, qué puedo ofrecer, cuáles son mis fortalezas. Del por qué de mis diferencias.

Pero si manifestándose tal cual es sufre y su entorno no le acepta, ¿qué podemos hacer?

  • Lo primero de todo es que debes distinguir entre ENCAJAR y PERTENECER , porque no es lo mismo. Y sobre eso escribí hace tiempo un artículo que creo que te interesará leer. Puedes verlo AQUÍ.
  • Creo que el siguiente paso sería contestarse estas preguntas: ¿qué es lo que le hace sentir diferente? ¿se trata de aficiones, de conductas, de forma de pensar/sentir, de intereses, de vocabulario, de forma de hablar, de opiniones…? Otra buena pregunta sería: ¿es la gente de su entorno la que le señala constantemente de una forma u otra que «es raro» y eso no está bien? si es así, ¿es en todos los entornos, en alguno en particular?. Y si no es así, si su entorno no le vende esta idea, entonces ¿por qué piensa que es raro y que eso no es algo bueno? Con estas preguntas nos aproximaremos mucho mejor a la raíz de lo que está sintiendo y eso nos dará pistas para ayudarle.
  • Explicar a su entorno el por qué de esta o aquella forma de hacer las cosas, de sentir, de expresarse… porque a veces es cuestión de que las personas no saben, no tienen información ni formación.
  • Cuando las explicaciones no sirven de gran cosa o sabes a ciencia cierta que no van a escucharte, trata de evitar esos entornos y busca otros más amables y comprensivos, que sean acogedores de las diferencias.
  • Posicionarnos a su favor, lo que a veces, lo sé bien, puede ser complicado porque la presión social puede ser enorme. Sé empático, trata de ponerte en su lugar desde el entendimiento.
  • Acompaña lo que siente, sé refugio y puerto seguro donde pueda desahogarse, hablar, buscar ideas que le ayuden, sentirse bien siendo quien es.
  • Ayudarles a entenderse. Para ello primero debes entender tú y luego vas dándole la información. Entender el porqué ayuda mucho a no sentirse un bicho raro o pensar que le pasa algo malo o que alguna cosa no funciona bien en él/ella.
  • Ayudarles a que aprecien sus diferencias y sepan sacarles partido. Porque, a pesar de lo que nos quiera vender esta sociedad tan tendente a igualarlo todo, la diferencia es vital para que la sociedad avance.
  • Ayudarles a conocer esas fortalezas y a cómo apoyarse en ellas. Que está bien conocer las debilidades, sí, pero es una injusticia que queden enterradas bajo el sentimiento de «no soy como los demás», «soy el raro», «no me aceptan tal como soy, tengo que cambiar»…, y que al final hacen que el niño o la niña estén sobre todo centrados en lo que al parecer va mal en ellos (según opiniones externas de quienes pretenden que todos seamos iguales)
  • Enseñarles a pedir ayuda cuando lo necesiten. A que se sientan valiosos y merecedores de esa ayuda.
  • Enseñarles a poner límites. Por que ser diferente a una mayoría no implica permitir que se vulneren sus límites, sean estos los que sean.
  • Apoyarles en lo que les cueste más trabajo.
  • Entrenarless en habilidades como la resolución de conflictos, la asertividad, la comunicación… que todos podemos aprender y que siempre vienen bien para convivir en sociedad y que no suponen en ningún caso dejar de ser uno mismo.
  • Buscar la forma de poder cubrir sus necesidades únicas y enseñarle a cubrirlas y defenderlas, aunque estas necesidades sean muy distintas.
  • Enseñarle a manejar y gestionar sus emociones, a que sepa qué le estresa, qué le altera… y a prevenir y saber cómo cuidarse y sentirse lo mejor posible. A conocer la intensidad de lo que siente para aprender a pararlo a tiempo, antes de que sea inmanejable.

Quizás la sociedad tenga ese paradigma de todo ha de ser uniforme, normotípico y en la media.

Quizás eso sea un handicap importante para nuestrxs niñxs, e incluso para nosotros los adultos.

Pero la solución no puede pasar por plegarnos a ello, si no por educar a la sociedad en la admisión de las diferencias y en hacer entender que eso nos nutre a todos.

©Ana Isabel Fraga 2023. Todos los derechos reservados.

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