Es posible que si eres sensible, muy sensible, hayas estado oyendo durante toda tu vida cosas como estas:
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Eres débil.
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Así no puedes ir por la vida.
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No puedes tomarte las cosas de esa manera.
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Eres una exagerada.
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Eres una dramática.
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A los demás no les afecta, así que a ti tampoco debería afectarte.
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No hay quien te entienda. Eres muy complicada.
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Lloras por todo…
Y desafortunadamente oír todo esto de forma repetida consigue que se convierta en tu voz interna, que seguirá repitiéndote una y otra vez lo mismo.
Y es posible que además de convertirse en tu voz interna haya tenido otras repercusiones, como estas:
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Sentirte diferente a los demás.
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Que hayas tratado de ser quien no eras para encajar, no destacar, no resultar tan diferente.
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Que te hayas esforzado mucho en acallar esas emociones intensas que nadie parecía entender ni compartir, metiéndolas bajo siete llaves, ignorándolas o taponándolas y convirtiéndote así en una olla a presión.
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Que hayas crecido rechazando quién eras.
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Que tus preguntas sobre ti misma hayan ido en la línea de: «¿por qué tengo que ser así?», «¿por qué no puedo sentir como los demás?», «¿por qué me ha tocado esto?», «¿por qué soy «defectuosa»?»
Todo esto es una destructiva falacia.
Y quiero dejarte algunas ideas claras desde ya
⇒No eres débil.
⇒Sentir no está mal, ni siquiera sentir con tanta intensidad como sientes tú (y yo).
⇒No te va a ir mal en la vida por ser así.
⇒No eres defectuosa.
⇒Solo eres más sensible que la mayor parte de la población.
⇒ Ves, sientes e interpretas el mundo de forma distinta al 80% de la población.
⇒Nadie te enseñó a «pilotar» tu cerebro ni tus emociones.
⇒ Necesitas de una conducción distinta a ese otro 80% .
Yo lo sé bien, así he pensado mucho tiempo en mi vida y tuve que hacer un trabajo titánico para entender por fin todo esto.
Siéntete orgullosa de tu naturaleza y tu distinta forma de estar, sentir y ver el mundo.
©Ana Isabel Fraga 2019. Todos los derechos reservados.
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