Sin ánimo de «achacarlo todo a eso», lo cierto es que algunos niños (sí, especialmente niños, porque las niñas suelen mimetizarse y cumplir las expectativas de lo que se espera de ellas) con aacc muestran comportamientos inadecuados en el aula.

Pero, debo darles la razón, las aacc no son en sí mismas la causa de estas actitudes. 

Lo es la falta de atención educativa.

Vamos a verlo con más detalle.

El colegio, generalmente, sólo actúa cuando hay un problema, lo que quiere decir que no se basa en atender las necesidades educativas que desde un inicio muestran nuestros niñxs con aacc, si no en «normalizarles», que se acoplen a la forma en que se enseña y al sistema. Sistema que, desafortunadamente, no está hecho para ellxs.

Este es el problema de base.

Y en nuestros niñxs con aacc esto puede producir ciertas consecuencias. Algunas son estas:

  • Provocado por la falta de reto adecuado a sus necesidades se genera un aburrimiento sostenido en el tiempo, no puntual, no, sino constante y descorazonador. Y como suele ocurrir con el resto de emociones, la intensidad es muy alta.

Y esta emoción tan intensa además ataca un ansia fundamental en ellxs: la necesidad de aprender aquello que les apasiona, que se queda reducida a pequeños momentos, o a lo que papá y mamá puedan ofrecerle fuera de la escuela.

  • La sensación de estar perdiendo el tiempo es también constante.

«¿Para qué sirve la escuela, mamá?», es una pregunta que nos suena a muchas de las madres de niñxs con aacc. Y, ¿cómo te sentirías tú, como adulto incluso, si tuvieses que ir día tras día a un sitio donde sientes que estás perdiendo el tiempo? Ellxs lo suelen llevar muy mal.

Mi hijo mayor solía decirme que era una pérdida de tiempo para hacer las cosas que realmente le interesaban. Lo sienten desesperante.

Y, en mi mundo, la escuela debería servir para aprender. Deberíamos preguntarnos por qué muchos de nuestrxs niñxs con aacc no lo sienten así. Deberíamos reflexionar sobre esto antes que centrar todos nuestros esfuerzos en otro sitio.

  • Ya podemos imaginarnos que la motivación y el disfrute por aprender brillan por su ausencia.

Y sin disfrute… (dejo que tú termines la frase)

  • Otra de las cosas importantes para ellxs y que suelen verbalizar, es el «¿para qué me sirve lo que me enseñan?».

Necesitan entender el para qué. No les va a valer un «por que lo digo yo», o «por que sí», o «porque es lo que pone el currículum que te toca aprender». Y si no entienden la razón muy posiblemente nos encontremos con un niño que no va a esforzarse. Lo que tú verás será que «pasa de todo», que «es un vago» y cuestiones del estilo. Pero eso es quedarse muy en la superficie.

  • La repetición de contenidos y explicaciones sobre lo mismo puede resultar insoportable.

Si ya has comprendido algo, ¿por qué seguir sobre ello varios días más? Porque la escuela quiere que todos tengan un mismo ritmo, así que para los que lo cogen más deprisa lo que les toca es seguir escuchándolo, haciendo más y más ejercicios sobre ello, aburriéndose y hasta entrando en un estado de ansiedad y frustración.

Yo detesto la repetición. Me altera. Pero como soy adulta lo manejo, o lo evito, o digo directamente «por favor, no me lo repitas, ya lo he comprendido». Pero todo esto no es algo que nuestrxs hijxs puedan hacer, así que… acabarán por desconectarse, rechazar ir a la escuela, rechazar aprender, aislarse en su mundo, hablar con el de al lado, no parar quieto… y seguramente no sabrán/podrán manejar la intensidad de lo que están sintiendo y eso no es extraño que acabe llevando a comportamientos disruptivos. Son niñxs y manejar esto requiere de una habilidad que es difícil que posean.

Ir al colegio puede, entonces, convertirse en algo poco soportable, que el que mejor se lo toma lo toma como un trámite desagradable que tiene que cumplir.

Se nos junta:

—–un hambre enorme por satisfacer sus intereses

—–emociones súper intensas

——dificultad para manejar semejante intensidad

Y ¡Boom!

Pero aún hay más. Te cuento:

  • Puede que se sienta el bicho raro de la clase. Sus aficiones e intereses suelen ser bastante diferentes de la mayoría, sus emociones a veces desbocadas pueden hacer que los otros les miren raro. Ellxs se dan cuenta desde bien pequeños que son distintos y si no se sienten aceptados dentro del entorno escolar, sufren.

No es extraño pensar que esto también produce emociones intensas que de nuevo pueden provocar comportamientos inadecuados.

  • Puede que su aacc venga acompañada de una o varias hiperexcitabilidades, lo cual hace que (resumiendo mucho) los estímulos que para otros no suponen un problema, sí lo sean para nuestrx hijx. Y esto tampoco se tiene en cuenta en las escuelas, habitualmente.

El ruido de la clase, las luces artificiales, las sensaciones térmicas, táctiles, olores… pueden irritar de tal manera que acaban por entrar en un estado de ansiedad, difícil de manejar y que además no se entenderá. (hiperexicitabilidad sensitiva)

¿Por qué te has puesto así? ¡Has empujado a tu compañero y no te ha hecho nada!

Lo que no se ve es que en el recreo hubo muchísimo ruido por la celebración X del cole y que las luces han estado puestas todo el día porque ha habido un día muy nublado, o que en el comedor le han obligado a comerse algo que le producía horror comerse por su textura, o que la calefacción estuvo muy alta durante las clases anteriores…

Salvo un ojo experimentado y versado en estas lides, nadie lo verá. Solo se darán cuenta de que el niño se ha portado mal y que merece un castigo, una reprimenda y una llamada a sus padres para que lo «metan en vereda».

Y no seré yo quien diga que hay que tolerar malos comportamientos.

Sí seré quien diga que hay que saber mirar lo que hay bajo un comportamiento para encontrar la causa y ayudar al niño.

Puede que el niño se mueva sin parar y le cueste evitarlo, lo que puede suponer una tortura infinita estar sentado en una silla durante horas (hiperexcitabilidad motora) y esto acabe por hacerle explotar de una u otra forma. O puede que se inhiba en su grandioso mundo de fantasía interior (hiperexcitabilidad imaginativa) que a nosotros solo nos llega como que es un despistado, que no tienen interés, que es un vago, que pasa de todo… Y no quiero olvidarme de esa otra parte, en la que el niño, que se ve inmerso en sus pensamientos durante horas acaba por darle vueltas a ideas de las que surgen miedos que giran y giran en su cabeza produciendo ansiedad.

Por lo tanto, el colegio debe replantearse frases como:

«No le ponéis límites en casa»

«Necesita que lo disciplinéis»

«No tiene hábitos, ese es el problema»

«Tenéis que hablar con él para que cambie de actitud»

«Lo que pasa es que es un vago y pasa de todo. Si no pone de su parte poco podemos hacer».

Las escuelas deben empezar a asumir la parte de responsabilidad que les toca, que es atender a lxs alumnxs para que aprendan como necesiten, y no esperar a que se produzcan problemas y echar entonces balones fuera.

Las familias sufren (sufrimos) al ver la enorme falta de comprensión del sistema hacia sus hijxs, que se empeña en estandarizar las situaciones y no mirar más abajo. La frustración por la falta de ayuda y el enjuiciamiento al que se ven sometidas por la falta de conocimientos y estrategias es muy dolorosa.

Nos sentimos abandonadas.

Y cuando hablamos de lo que las aacc tienen que ver en el comportamiento en la escuela no estamos tratando de evadir nuestra responsabilidad ni tampoco de esconder lo que ocurre tras la alta capacidad .

Estamos tratando de explicar para que desde el entendimiento podamos entre todos mejorar la situación y ayudar a nuestrxs hijxs.

Es momento de empezar a entender. Si eres profesor te pedimos que entiendas y nos ayudes. Si eres padre/madre comparte esta información, apréndetela y argumenta a través de ella.

©Ana Isabel Fraga 2022. Todos los derechos reservados.