Quizás, si eres altamente sensible, como yo, y has pasado por situaciones difíciles en las que te has sentido rechazada por tu forma de sentir, hayas generado creencias similares a las que yo generé y con las que conviví muchos años de mi vida.

 

Las creencias, como ya sabéis, son la base sobre la que tomamos todas nuestras decisiones. De esta forma el cerebro no tiene que gastar tanta energía analizando todo, todo el rato. Acude a la creencia y desde ahí toma una decisión. Es puro ahorro. Pero cuando esas creencias son basura, las decisiones pueden ser basura también para  nosotros.

 

Por eso hoy quiero compartir contigo mis creencias antiguas y actuales, para que sepas que es posible y que modificarlas es un cambio muy significativo en la vida.

Si me hubiesen preguntado hace años lo que pensaba sobre mi mundo emocional habría contestado algo como esto:

> No sé estar en el mundo. Todo me duele demasiado.

De hecho, solía decir que yo era como el papel de fumar, que tan solo la lluvia podía destruirlo. Me creía débil y a merced de las emociones.

> Sentir determinadas cosas no está bien.

Dios me librase de sentir envidia, celos, enfado… porque entonces me decía cosas muy feas, me llamaba cosas muy feas, me reprochaba, me reñía, me despreciaba…

> Tengo algún problema. Nadie siente como yo.

Me sentía un bicho verde flotando en un mundo de personas «normales». Mi forma de ver el mundo no encajaba, simplemente. No solía encontrar personas que entendiesen mi mundo interior, y yo tampoco me entendía. Al fin y al cabo las «leyes» por las que se regía mi forma de ver y estar en el mundo no podían medirse o entenderse desde las «leyes» de los demás. Y yo estaba totalmente desconcertada.

> Las emociones me controlan.

Y así era. Ya que no entendía mi forma de sentir ni podía darle explicación alguna desde lo que me decían los demás que era lo «normal», lo que sentía me tumbaba y me arrastraba. No sabía manejarlo, y lo que era peor, me sentía fatal por sentir como sentía.

 

Si hubiera podido pedir un deseo en aquella época hubiera sido arrancarme todo eso que sentía y ser «normal».

 

Vamos, que no me consideraba normal en absoluto.

¿Imagináis el tipo de decisiones que pude tomar desde ahí? ¿El caos en el que estaba sumida?

Afortunadamente, hoy mis creencias son otras bien distintas. Todo el trabajo que he hecho en mí, lo que he leído y estudiado ha conseguido darle la vuelta a todas esas creencias fruto de la experiencia y la confusión.

¿Quieres saber cuáles son esas nuevas creencias?  Aquí te las comparto.

√ Sentir está bien

Tanto así que no se puede evitar sentir. Las emociones son respuestas automáticas y forman parte de nosotros, por lo tanto sentir está bien. Sea lo que sea lo que sientas, está bien.

√ Ninguna emoción es mala

Ni mala ni buena, las emociones son. Punto. Lo que hagas con ellas convirtiéndolo en acciones y comportamientos es lo que sí puede estar bien o mal. Aquí podríamos incluir la siguiente creencia.

√ Lo que siento es una cosa y lo que hago es otra

Cierto es que van de la mano, pero no son lo mismo, y por mucho que yo sienta algo no tiene por qué acabar en el mismo tipo de comportamiento. Puedo elegir el comportamiento que quiero tener y no dejar que la emoción me arrastre a una conducta que pueda dañarme a mí o a otros.

√ Sentir en la forma en la que yo siento también está bien

Ahora sé que aproximadamente el 20% de la población siente en esta forma tan intensa. No somos mayoría, lo sé, pero somos igual de normales. Vamos por la vida subidos en otro vehículo, vemos las cosas en otras perspectivas que ese otro 80% de las personas, pero nada más. Sentir así está bien y mi punto de vista es que tenemos mucho que ofrecerle al mundo. Antes me sentía avergonzada y enfadada por sentir así. Ahora me siento orgullosa, forma parte de mi esencia y es una parte importante de mí. Lo primordial es aprender a entenderlo, sacarle el mejor partido y manejar las intensidades con inteligencia emocional.

√ Las emociones no son un estorbo. traen increíbles mensajes de crecimiento y evolución. Sólo hay que saber escucharlas

Un ejemplo, la culpa, una emoción que puede resultar tan desagradable y dolorosa trae un mensaje increíble. Cuando te sientas así recuerda: la culpa viene a decirte que es momento del perdón. Perdonarte a ti misma como primer paso, quizás pedir disculpas si es oportuno, aprender del error y seguir adelante más sabio y compasivo con tus errores y los de los demás.

Puedes elegir seguir esta sabiduría o dejarte arrastrar y fustigarte por los errores cometidos.

√ Las emociones no me controlan. Puedo manejarlas y cambiarlas porque sé cómo hacerlo

 

¿Cómo?

Entendiendo su mensaje, conociendo formas efectivas de cambiar tu estado anímico con consciencia, escogiendo nuevos comportamientos, aceptándolas y dejándolas ser en ti, observándolas sin juzgarlas…

Dime tú, ¿cuáles son tus creencias sobre tu vida emocional y cómo crees que están afectando a toda tu vida e incluso a la relación que tienes con los demás?

 

@Ana Isabel Fraga 2019. Todos los derechos reservados.