Todo se reduce a eso en realidad.

No son las respuestas lo más importante, son las preguntas.

 

Ante una misma situación podemos reaccionar de muchas formas, podemos aprender de ella o hundirnos… Y todo depende de las preguntas que nos hagamos.

 

Porque ante esas preguntas, nuestro cerebro aportará respuestas.

¿Qué clase de respuesta crees que obtendrás de estas preguntas?

*¿Por qué me está pasando esto a mí?

*¿Qué he hecho yo para merecer esto?

*¿Cuál es la razón de que me haya tocado esto en suerte?

*¿Por qué nunca consigo lo que quiero?

¿Y de estas otras?

*¿Qué podría hacer para encontrar una solución?

*¿Qué alternativas tengo?

*¿Cómo puedo ayudar en esta situación?

*¿De qué forma puedo contribuir para mejorar esto?

 

 

Elegir las preguntas puede significar una enorme diferencia. ¿Te habías planteado alguna vez esto?

¿Sabes las preguntas que te estás haciendo cuando tu hij@ tiene una rabieta, o cuando tiene un mal comportamiento, o cuando te equivocas, o cuando quieres sacar adelante un proyecto, o cuando…?

 

Piensa en ello y anótalo.

Ahora piensa en nuevas preguntas que sustituyan a las que generan malas respuestas. ¿En qué crees que cambiará eso tu vida? ¿Y tu relación con tus hijos?

 

No cabe la menor duda de que las preguntas son una herramienta mágica que permite al genio que llevamos en nuestras mentes cumplir nuestros deseos; son como el despertador de nuestras capacidades gigantescas.

-Tony Robbins-

 

Si aplicamos esto a nuestra labor como madres/padres y educador@s hemos de darnos cuenta de la misma forma de que las preguntas que les hacemos a los niñ@s son sumamente importantes. Dependiendo de ellas sus pequeños cerebros buscarán una u otra respuesta, se alimentarán y crecerán o no.

¿Cuáles de estas preguntas crees que ayudarán a tus hij@s o alumn@s a a crecer y evolucionar?

*¿Por qué te portas tan mal?

*¿Es que no sabes compartir?

*¿Qué crees que podemos hacer para solucionar esto?

*¿Qué ideas tienes para que mejoremos esto?

*¿Eres tonto o qué?

*¿Qué has aprendido?

 

Te propongo el reto de examinar con lupa las preguntas que te haces y las preguntas que les haces a tus hijos y cambiar aquellas que lleven a respuestas dolorosas e incapacitantes por otras que deriven en respuestas capacitadoras.

 

¿Qué pregunta se te ocurre ahora mismo que podrías cambiar?

 

©Ana Isabel Fraga 2017. Todos los derechos reservados.