¿Tienes que ponerle los calcetines varias veces y cuando crees que finalmente lo has conseguido y que está todo bien se los quita de repente diciendo que no los aguanta?

¿Es imprescindible quitar todas las etiquetas de la ropa para que pueda ponérsela?

¿La ropa interior tiene que ser bastante específica porque siente que le roza o le aprieta a la mínima?

¿Parece que solo quiere ponerse pantalones de chándal (y no todos tampoco)?

¿El día que toca ir algún sitio en el que las normas sociales piden que vayas un poco elegante te produce locura porque sabes que esa ropa no es cómoda para él/ella y que se negará en rotundo a ponérsela?

¿Te encanta el invento este de los botones y la goma para ajustar las cinturas a los peques en los pantalones pero ya ni siquiera tratas de comprar un pantalón así porque el dichoso botoncito es una tortura para tu hijo/a?

¿Y lo monas que son las camisas? ¿Pero y lo poco elásticas que son, lo mucho que le molestan y lo mucho que fastidian los botones?

¿Te suena de algo?

A mí sí. Ese es mi día a día con el pequeño.

Pero también cosas como que le duela que le peinen o que le corten las uñas. Probar nuevos alimentos…

Así que lo que para otras familias es algo muy normal a lo largo del día (vestirse, comer, peinarse, cortarse las uñas…) sin mayores incidencias, para nuestras familias la cosa se complica bastante. Sobre todo si no lo entiendes.

Porque si esto es algo que le ha acompañado siempre tienes que saber que no es por capricho, por que quiere fastidiar ni nada por el estilo.

Ese es el primer paso.

Y no te dejes guiar por los comentarios tipo: «¿Que no se quiso poner el pantalón? Bueno, si soy yo se pone el pantalón sí o sí».

Porque como me decía una mamá hace poco, pelearse cada mañana por una dichosa prenda es desgastante y no tiene sentido, máxime cuando hay muchos, pero muchos otros retos a lo largo de cada día.

¿Qué podemos hacer entonces si vestirse es una locura diaria?

Por supuesto si la situación se pasa de ciertos límites lo mejor es acudir al psicólogo, pero algunas de las cosas que podemos hacer nosotros son estas:

  • No te empeñes en querer vestirle como a ti te apetezca. O te lo llevas de compras para que pruebe y escoja o escoge tú lo que sepas que puede resultarle cómodo y adecuado. Procura que sea él/ella quien escoja las prendas. Deja que las toque, que vea si tienen «cosas molestas» que rozan, arañan y hacen doler la piel. Puedes leer un artículo sobre ir de compras con niños y niñas altamente sensibles AQUÍ.
  • Olvídate de comprarle cosas que no le gusten. Ahórrate problemas.
  • Pregúntale qué prendas de las que tiene les gustan y por qué, que eso te dará pistas de lo que necesitan. A mi hijo pequeño le encanta un chaleco que tiene, heredado de su hermano, de borreguillo por dentro. Abriga, no pesa y ¡le deja los brazos en libertad!
  • Deja que escoja su ropa por las mañanas.
  • Saca del armario todo lo que supone un problema y llénalo de ropa cómoda (que no tiene por qué ser fea)
  • Si algo que no solía molestarle ahora lo hace es posible que se deba a un pico de estrés (quizás las prisas de la mañana podrían ser la causa). En este caso yo empleo la regla de los 5 minutos, es algo que hacemos en casa, y es hacerle entender primero que es posible que esté muy estresado en ese momento porque en otras ocasiones esa prenda no le molestó y decidimos darle una oportunidad durante 5 minutos. Si cuando hayan pasado sigue molestando pues la quitamos. Si no la nota tan molesta ya, seguimos con ella. Y lo cierto es que la mayor parte de las veces se la queda.
  • Tendrás que aceptar que los vaqueros que llevó su hermano/a a su edad no van a volver a utilizarse, por mucho que fastidie tener una prenda como nueva que puede reutilizar. Regálala. Yo os hablaba antes del chaleco heredado que le encanta, pero es de las pocas prendas, exceptuando camisetas de algodón y alguna que otra sudadera, que ha podido heredar porque muchas otras cosas simplemente eran un problema, como los vaqueros o las camisas. La ropa heredada no siempre nos va a servir.
  • En cuanto a zapatos os digo lo mismo. Buscad la comodidad ante todo y no os guiéis por lo monas que son esas botas que visteis (porque para él/ella se ven rígidas y «duelen»). Yo he conseguido muy pocas veces lograr que se pusiera sandalias por ejemplo. Las tiras le molestan muchísimo. Eso sí, las chanclas no se las apea y si por él fuese las usaría incluso en invierno.

Pero no siempre esta dificultad para ponerse la ropa o para determinadas prendas proviene de la elevada sensibilidad, también puede provenir de la dificultad para asumir los cambios.

Esto quiere decir que quizás pasar del zapato cerrado a las chanclas o sandalias cuando empieza el verano (o a la inversa) le lleva a un no rotundo, y tú te encuentras pensando cómo puede ser que quiera seguir llevando sus zapatos cerrados con el calor que hace.

Puede que pienses que es pura cabezonería, que quiere llevarte la contraria, que lo hace para fastidiar o para llamar la atención, pero si te fijas bien y ves cómo las transiciones de estación, de actividades, los cambios en general (grandes, pequeños y muy pequeños) le han afectado desde siempre, te darás cuenta de que esto tiene que ver con que este factor del temperamento (la adaptabilidad) tiene toda la responsabilidad.

En este caso te ofrezco algunas ideas más:

  • Anúnciale los cambios antes de que ocurran. Vé contándole que ya empieza a hacer calorcito y pronto habrá que quitarse las botas, por ejemplo. Esto le ayudará a ir integrándolo.
  • Si sus viejos zapatos están para tirar pero se aferra a ellos como loco/a (o cualquier otra prenda) y sabes que debes comprarle unos nuevos cuanto antes, además de ir anunciándoselo con tranquilidad, prueba algún juego o dale algún nuevo significado. Os pongo un ejemplo: cuando mi peque tenía unos 5 años o así no conseguía lograr que se probase unos playeros y los rechazaba de plano todos, así que se me ocurrió decirle: «Uy, estos de aquí tienen pinta de correr mucho» (En aquel momento lo de correr le gustaba bastante). «Podríamos probar a ver cuánto corren» Os aseguro que para mi sorpresa quiso probárselos, para comprobar si corrían mucho. Se los puse y le pedí que corriese por la tienda para ver qué tal. Y ¡ohhh! corrían mucho ;), así que estuvo de acuerdo en que nos los llevásemos. Ya os imaginaréis el alivio que sentí.
  • Prueba a comprarle cosas similares a las que ya tiene, o incluso iguales. Puede que perdamos en variedad pero oye, ganamos en tranquilidad.

Estas no son las únicas razones por las que el niño/niña tengan tantas dificultades con el tema de vestirse, porque podría deberse a que el factor del temperamento de la energía sea muy alto y le cueste estarse quieto/a el tiempo suficiente como para poder vestirse. Cada niño/a es distinto y nos toca observar. Pero espero que si tu hijo es altamente sensible y le cuestan esas transiciones y cambios, estos consejos te sean de ayuda.

Cuéntame en comentarios si te pasa y cuáles son tus «trucos» para lograr darle la vuelta a estas situaciones.

©Ana Isabel Fraga 2020. Todos los derechos reservados.

Bibliografía recomendada: El niño tozudo (Mary Sheedy Kurcinka), El don de la sensibilidad en la infancia (Elaine N. Aron)