Acompañar a nuestros niños y niñas altamente sensibles, y también a nuestros niños y niñas con aacc es una tarea que muchas veces se nos torna complicada, y hay muchísimas cosas que debemos tener en cuenta, pero yo hoy quiero hablarte de una fundamental.

Una sin la cual todo lo demás se vuelve mucho, pero mucho más complicado:

Cuidar la sobre estimulación y la generación de estrés debido a ello.

Y esto no es tarea fácil porque se sobre estimulan con facilidad.

No porque tengan menor resistencia, si no por la cantidad de estímulos que reciben del exterior y por su profundidad. Todo les llega, cada cosa que ocurre en su entorno es captada, y captada con intensidad.

Así las cosas, el sobre estímulo está a la orden del día, y si no se gestiona puede producir explosiones emocionales, agotamiento, irritabilidad… En fin, todo aquello que le pasaría a cualquiera en un momento de saturación, pero multiplicado por mucho más, por su intensidad innata y porque esta saturación es muy frecuente y se nos acumula.

Mientras escribía este artículo le pregunté a mi hijo pequeño, ¿qué es lo que a ti te estresa? Y me dijo: «Casi todo»

Esta respuesta puede darnos una idea de lo fácil que resulta caer en picos de estrés.

¿Qué puede sobre estimularles?

  • Los cambios, incluso aquellos a los que ni siquiera llamaríamos cambios, si no transiciones entre actividades: estoy en la cama y tengo que levantarme, estoy jugando y tengo que ir a comer, estoy en casa y tengo que salir… Así que si esto que nos parece tan liviano y cotidiano puede alterarles, imagina cambios más gruesos. Cambios en su habitación de muebles u objetos, deshacerse de ropa que no le sirve o juguetes que no usa… son otros ejemplos de situaciones que a priori pueden no parecer importantes y que debemos tener en cuenta.
  • No respetar sus tiempos, que muchas veces son pausados. Y ahí vamos nosotros con nuestras prisas y los «venga, que no llegamos».
  • Que las cosas no salgan como las había planeado y/o como la había imaginado en su mente.
  • Los lugares nuevos.
  • El ruido: personas hablando, música alta o determinada música, la aspiradora o la batidora… Los supermercados o centros comerciales… y situaciones similares.
  • Las sensaciones en la piel: etiquetas que rozan, calcetines que no se ajustan, costuras… Podría ser también el tacto o las sensaciones de determinadas texturas…
  • Las luces directas, demasiada claridad…
  • Los olores. Olores que quizás los del entorno no perciban como agresivos o que ni siquiera perciban.
  • Determinados sabores.
  • Tu estado de ánimo. Lo captarán al vuelo, y se contagiarán muy fácilmente o bien sentirán que algo está pasando y su sistema de alerta se exacerbará (aún más).
  • El tono de voz con el que le hables, así como tu expresión corporal.
  • El exceso de información y datos.

¿Qué podemos hacer?

Desde luego no podemos evitarles todo el estrés ni se trata, por supuesto, de meterles en una burbuja, pero sí se trata de reducir la cantidad de estímulos que reciben y de ser muy conscientes de ellos para ir poco a poco ayudándoles primero a entender cómo les afectan y segundo a ir encontrando estrategias para minimizarlo.

Algunas de las cosas que puedes hacer son:

  • Avísale de los cambios que se vayan a producir y dale tiempo a que los asimile, a veces simplemente necesitan solo más tiempo para aceptarlos e integrarlos.

Conversación Real:

Yo—¿De verdad no quieres que cambiemos los componentes de tu ordenador para que vaya mejor o es que simplemente necesitas tiempo para pensarlo y acostumbrarte a ello?

El peque me mira un poco sorprendido, lo piensa un segundo y me contesta:—Necesito tiempo, mamá.

  • No le pongas un montón de actividades extraescolares salvo que sea el niño o niña quien las pida y siempre pendiente de cómo le está afectando.
  • Proporciónale momentos de calma sin dirigir. Posiblemente tiempo a solas si es un niño o niña ya mayorcitos (a los más peques el juego a su rollo mientras tú observas), actividades tranquilas sin sobre saltos…

Conversación real:

Yo:—Chicos, hoy estoy muy estresada.

El peque:—Yo también, mamá. Necesito estar solo.

  • Ojo con la ropa, que no le «duela». Sobre esto te dejo un artículo AQUÍ
  • Respeta el tiempo que necesita para hacer las cosas siempre que sea posible, y cuando no lo sea pacta con anterioridad la mejor forma de hacerlo, simplifícala, evita los «venga, vamos, date prisa», usa el humor para hacerlo más agradable, échale una mano, hazle consciente de que es una situación que puede alterarle un poco y que quizás un abrazo grande pueda ayudarle…
  • Avisa cuando vayas a poner la aspiradora o vayas a hacer ruido para que pueda asimilarlo mejor. Ofrécele algo que le ayude a mitigar ese ruido: cerrar la puerta, darle unos cascos… y puede ayudar mucho que le digas cuánto tiempo tardarás.
  • Usa luces indirectas
  • Ten en cuenta, en general, todo aquello que sensitivamente (es decir, todo lo que afecta a los 5 sentidos) le sobre estimula. Es cuestión de observar. Y actúa sobre ello avisando de que va a ocurrir si es el caso (como en uno de los puntos anteriores al hablar de ruidos fuertes que ocurrirán), dando opciones para manejarlo u opciones distintas que tengan el mismo propósito pero que no alteren de tal forma sus sentidos (como una comida, que puedes ofrecerle una alternativa igualmente saludable pero que le agrade más; una camiseta con las etiquetas cortadas y sin esas costuras que tanto le molestan y que cumple la misma función que la otra camiseta que no soporta)

Conversación real:

El:—Ya me está empezando a doler la cabeza.

Yo:—¿Y eso?

Él:—No soporto el ruido de la tele (la tele apagada en el mando pero no en el botón principal del aparato, con un sonido apenas audible, casi una vibración)

  • Pon mucha atención a la forma en que te comunicas con el niño o la niña. Escucha sus necesidades, aunque pienses que son extrañas o quizás muy rígidas, con respeto y atención. Porque es desde ahí desde donde puedes enseñarle a flexibilizar su rigidez, a entender por qué hace lo que hace o siente lo que siente y a enseñarle cómo manejarlo. Aprende a comunicarte usando un lenguaje tranquilo, con amabilidad, claridad y respeto. Es una cuestión de práctica. Y es que enseguida notará un tono sarcástico, enfadado… así como una postura corporal que indique todo eso. Vigila por eso también este punto, el tono de tu voz y el lenguaje corporal (mirada, gesto, postura…)
  • Mira sus comportamientos no como algo que hay que eliminar, si no como la expresión de una necesidad. Piensa… ¿qué hay debajo de esto que está haciendo? Para ello es importante que entiendas cada vez más sobre cómo funcionan el cerebro de tu hijo/a con aacc y/o altamente sensible. Miremos más allá.

Situación real:

El niño con aacc que en clase comienza a dar golpes rítmicos sobre la mesa. Podríamos interpretar que lo hace para llamar la atención o intencionadamente para molestar.

La realidad: el aburrimiento es tal que su cerebro le pide a gritos algún tipo de estímulo, su parte cognitiva tiene hambre, mucha hambre, y busca estimularse como sea. El ruido es ese estímulo.

Por supuesto no es una acción adecuada, así que desde el entendimiento de lo que ocurre en verdad vamos a ofrecer otras opciones que le ayuden a estimularse sin molestar a los otros y tratar de paliar ese aburrimiento adecuando la enseñanza a sus necesidades.

  • El «hambre» de conocimiento y estimulación cognitiva puede llevar a los niños y niñas a momentos de estrés también porque tanta «hambre» provoca a veces momentos de no saber/poder parar y satura. Ahí nos toca enseñarles a ir buscando ese equilibrio a base de hacerles conscientes de cuándo necesitan parar un poco y de ir metiendo en sus rutinas momentos de calma.
  • Vigila tu propio estrés, porque es contagioso y porque no podrás lidiar con todo este trabajazo de observación y acción calmada si no estás bien. Nada de todo esto es fácil.

Sé consciente de cuánto necesitas ser compasivo contigo y arrancarte culpas y más culpas de encima.

Navegar este mar consiste en entender cuanto más mejor, en mirar siempre debajo de lo que ocurre y en actuar poco a poco con constancia.

Pero también consiste en permitirse ser humano, errar, perdonarse y volver a intentarlo.

¿Qué más puedes aportar a esta lista para manejar el estrés y la sobre estimulación?

©Ana Isabel FRAGA 2021. Todos los derechos reservados.