Hoy vengo a escribir sobre esa sensación que tenemos muchas mamás y papás cuando los estallidos son frecuentes, cuando la emocionalidad es tan intensa que de un segundo a otro (y varias veces al día) te encuentras sumergido en un sube y baja muy difícil de gestionar. Cuando el cuestionamiento de las normas es la norma, cuando el aburrimiento puede producir un maremoto…

 

Cada día te enfrentas a varios picos (intensos picos) que te hacen drenar energía como un petrolero golpeado por las rocas en el mar. Lo que produce agotamiento, falta de paciencia y recurrir a formas de hacer las cosas poco positivas.

 

Más aún teniendo en cuenta que esto no es cosa de una semana, de un mes o de una temporada concreta. Es cosa del día a día. Siempre está ahí.

A lo largo de este texto vas a encontrar enlaces (las palabras en rosita) a unos cuantos artículos que pueden ayudarte a complementar lo que te cuento. Y es que mis hijos, mis circunstancias familiares y personales me han llevado a querer saber más sobre esto, a investigar, a leer, a estudiar, a formarme y a escribir sobre ello. Y han inspirado muchos de los artículos que puedes encontrar en mi blog.

Ahí van algunas ideas básicas que yo he aprendido:

QUÉ ES MEJOR QUE NO HAGAS

Tratar de tenerlo todo controlado, atado y requete previsto.

No, no puedes. Olvídalo. Los picos emocionales van a seguir estando ahí. Esto no quiere decir que no hagas nada, quiere decir que no pretendas que la calma invada tu hogar como un espacio zen porque no va a ocurrir. A veces necesitamos tenerlo todo controlado porque pensamos que si las cosas son como son en la actualidad es porque no estamos controlando lo suficiente. Te toca aceptar que el «mar» de tu hogar no es un mar calmado, es un mar en el que hay vientos fuertes, tormentas y aguaceros (también un mar muy rico, fuerte, variado, emocionante…).

Enfoquémonos en buscar ideas y soluciones que nos ayuden. 

Amenazar, gritar, imponer, ordenar…

A cambio negocia, habla con firmeza de corazón (o sea con claridad y amabilidad), di qué vas a hacer tú, pide ayuda, expresa cómo te sientes, invítales a buscar soluciones entre todos… TEN PACIENCIA

Pedirte ser perfecta, saber qué hacer en cada ocasión…

¡Es horrible! ¡Horrible! Se pasa fatal y acabas  por hablarte mal a ti misma haciéndote daño y cayendo en la culpa y la frustración, sintiendo que no das la talla, que no estás a la altura.

Comienza por aceptar. Acéptales a ellos/as tal como son (de nuevo esto no significa no tratar de mejorar lo que es necesario, sino partir de lo que hay y hacer cambios desde el conocimiento y el cariño. Sobre todo no tratar de convertir a nadie en lo que no es, tan solo tratar de ayudar y mejorar). Acepta la situación, comprende que no es tu culpa (más bien aprovechemos para asumir las responsabilidades que nos tocan y trabajar por ellas desde el entusiasmo, no desde el dolor). Acepta que a veces va a ser muy difícil, que a veces no lo vas a hacer bien, que vas a cometer errores, que la navegación por este mar es un reto y entiende que cada día tratas de hacerlo mejor (pero no perfecto), que eres ejemplo para ellos/as, pero un ejemplo de humanidad, no de perfección.

 

Castigarte

Déjate de darle al coco pensando lo mal que lo debes estar haciendo o castigándote y dañándote en cada ocasión en la que no has sido perfecta. No sabéis el tiempo que llevo dándome cabezazos con esto. ¡Que me dedico a enseñar a educar de otra forma! Y tengo que enfrentar estos retos mil y una veces al día. Así que me fustigaba pensando ¡algo estoy haciendo mal! Y resulta que no, que hago todo lo que puedo, que reflexiono mucho sobre cómo mejorar cada día, que observo, que leo, que tomo acción…

Esperar que los demás te comprendan o que se pongan en tu lugar.

Yo, a veces, sigo esperándolo, pero ya muy pocas. Porque sé que si no vives navegando este mar no lo puedes entender, y es normal que así sea. ¡Cuántos otros mares habrá que yo desconozco y que no podría comprender sin poner mi barco sobre ellos y viajar semanas, meses o años en sus aguas! Antes trataba de explicarle a la gente pero es agotador y muy poco productivo. Suelen mirarte con condescendencia y en el mejor de los casos piensan que les estás dando excusas, o que no tienes ni idea de cómo educar a tu hijo/a.

Las explicaciones a los profesionales que trabajan con nuestros hijos, sin embargo, sí que debemos proporcionarlas. Los profes, orientadores, entrenadores… aunque en muchos casos puede que también te encuentres con las mismas reacciones (afortunadamente también con otras muy distintas).

Esperar no sentirte cuestionado.

Bueno, más de lo mismo. Si no pueden ponerse en tus zapatos juzgarán tu vida desde su perspectiva y sus circunstancias. No tiene nada que ver contigo. Tiene que ver con su desconocimiento y su propia visión. Hazte con los recursos necesarios para que esto no te afecte o se reduzca al mínimo. Y si no solo párate a pensar… ¿qué importancia tendrá lo que opinen estas personas dentro de 10 años sobre esto que pasó hoy? ¡Ninguna! ¡Cero!

Reaccionar

Mejor que reaccionar actúa con cabeza. Para eso puedes pensar antes cómo harás en los momentos X (que en los momentos álgidos solo nos sale lo que nos sale) y/o retirarte para calmarte. Lee aquí un artículo sobre las rabietas XXL.

QUÉ TE AYUDARÁ QUE HAGAS

Acéptalo

¡Acéptalo de una vez! Sí, ya lo he dicho más veces a lo largo de este artículo, pero es a propósito, porque es fundamental. Porque si no lo haces seguirás luchando contra el mar embravecido. Una batalla perdida (una y otra vez). Aceptarlo además no significa no hacer nada, cruzarse de brazos o conformarse con esta situación. ¡Absolutamente no! Significa partir de tu realidad, en vez de partir de una utopía.

No te compares

No lo hagas. Solo trata de mejorar, de animarte a ti misma, de aprender y de seguir tu instinto también. Date permiso para equivocarte, date permiso para seguir adelante sin dañarte (sí, en esto de la perfección también me repito. De nuevo a propósito. Porque desde la culpa y la rigidez poco vas a poder hacer)

Mantente en observación 

Trata de ir previniendo algunas  de las cosas que ya sabes que pueden ocurrir (si sabes que el hambre llega de pronto y de forma exasperante —o la sed, o el cansancio— puedes tratar de prevenirlo llevando contigo siempre algo de comer, agua, dar los tiempos de descanso necesarios… ), pactando normas y límites que os ayuden a todos a manejar mejor las situaciones (expón el problema en un momento tranquilo y pídeles a tus hijos que te ayuden a encontrar una solución) y cuando esto no sea posible o no parezca que las soluciones estén funcionando decidir qué puedes hacer tú, y hacerlo con tranquilidad (si apagar la tele es un drama y nunca es suficiente por ejemplo, cuéntales que la televisión se apagará a tal hora, o que será un tiempo x el que podrán verla y después la apagarás. Díselo en un momento tranquilo explicándoles cual es el problema y por qué has tomado esa decisión. Y cúmplelo. Esto, tanto la conversación con ellos como luego hacer lo que has dicho que harías debes hacerlo con respeto, sin gritos ni malas maneras, sin ya te lo dije ni nada por el estilo)

Diles que les quieres y que te importan.

Y demuéstraselo. Cariños, abrazos, gestos cómplices, compartir tiempo, interesarnos por sus cosas… ¿qué podrías hacer?

Déjales ver que tú también cometes errores.

Permite que vean tu humanidad, tu vulnerabilidad. Pide disculpas.

Da siempre otra oportunidad. Date siempre otra oportunidad.

Si de los errores se aprende y además nos queremos con locura y además sabemos que estamos entrenando y practicando, que no se trata de ser perfectos sino de mejorar… necesitamos darnos otra oportunidad, sin rencores, sin escozores. Siempre podemos volver a intentarlo.

Hace poco, agotada de tanta explosión dije: «Esto parece un campo de minas. Una nunca sabe en qué casilla va a estallar la próxima bomba». Y mi hijo pequeño se sonrió y dijo: «Como el buscaminas mamá, pero luego siempre puedes volver a intentarlo». Y así es, siempre puedes volver a intentarlo y mejorar. 🙂

Sé firme en tus decisiones y en los límites.

Negociar es importante pero no todo es negociable.

Aprende sobre cómo comunicarte con tus hijos de formas respetuosas y cercanas.

Te dejo algunos artículos sobre ello.

Aprende sobre gestión emocional.

Lee, ve a cursos, practica. Aquí te dejo algunos artículos y recursos que pueden ayudaros.

Recursos:

Llora

Sí, si. Llora si lo necesitas. Y sin juzgarte. Deja correr las lágrimas por la frustración del día, por lo cansada que estás, por los errores que puedes haber cometido, por la sensación de constante exigencia, por el enfado… Por todo lo que estés sintiendo. Llora o ve a correr, o baila, o escribe un diario… Desahógate. Porque dentro de ti se convertirá en una olla a presión.

Cuida de ti como algo prioritario

Este es el pilar de todo. También he escrito mucho sobre esto, porque no solo lo dice la teoría y el sentido común: si tú no estás bien ¿qué podrás dar? ¿qué podrás hacer? ¿cuánta calma tendrás? ¿cuánto sentido del humor? ¿cuántas ganas? También me lo dice la experiencia.

Cuida de tu cuerpo aliméntandolo bien, moviéndote.

Cuida de tu mente y tus emociones dándote espacios para calmarte, para reflexionar, para encontrar paz.

Cuida de ti conociendo tus necesidades y cubriéndolas.

Cuida de ti rodeándote de gente que te aporte, que te nutra. 

Cuida de ti dejando de someterte a estrés innecesario.

Cuida de ti aprendiendo a decir no.

Cuida de ti escuchando a tu cuerpo (cuando te dice basta), escuchando a tu corazón (o a las tripas, como suelo decir yo) que te señalan lo que te hace feliz y lo que no.

Cuida de ti dedicando tiempo a conocer quién eres y qué quieres.

Cuida de ti permitiéndote brillar.

 

Todo esto no cambiará el mar en el que vives, pero sí te hará sentirte más satisfecha, más segura, más calmada

Te ayudará a cambiar la culpa por empuje y entusiasmo.

Sí te ayudará a pilotar con mayor maestría. Sí te servirá para crecer como persona y como familia. Para aprender muchísimo.

Para que tus hijos aprendan…

  • que hay otras formas de manejar las situaciones aunque cuesten mucho más que otras

  • que no hace falta que se conviertan en quienes no son

  • que no necesitan ser perfectos aunque mejorar cada día

  • que los errores forman parte de la vida y lo importante es lo que hacemos con ellos

  •  que un mar intenso también puede navegarse y disfrutarlo por el camino

  • que llorar no es nada malo

  • que sentir tampoco lo es, que uno puede aprender a gestionar sus emociones y a sacar lo mejor de su carácter sin anular ni unas ni otro

  • que los problemas pueden resolverse hablando

  • que todo el que forma parte del problema también lo forma de la solución

  •  que siempre siempre estaremos dispuestos a darnos otra oportunidad

  •  que el respeto es algo muy importante

  • que a veces las cosas son difíciles pero que nosotros podemos hacer cosas difíciles

 que somos una familia y estamos aprendiendo a serlo porque nos queremos y nos importamos.

 

 

©Ana Isabel Fraga 2018. Todos los derechos reservados.